Pagar en un restaurante con una tarjeta de crédito es hoy un acto tan habitual como peinarse cada mañana. No era así en la España de 1954, cuando aún había huertas en el centro de las ciudades y se podían ver carros tirados por caballos en las principales capitales. Fue en ese año cuando unos cuantos pioneros con alto poder adquisitivo se apuntaron al esnobismo de utilizar el llamado dinero de plástico en España, aunque entonces no era de material sintético, sino de cartón.

La idea surgió en 1949, cuando un empresario llamado Frank MacNamara fue a cenar una noche a un lujoso restaurante neoyorkino. Llegó la hora de pagar y descubrió que se había olvidado la cartera. Su mujer le sacó del apuro, algo que entonces rayaba el escándalo en la cerrada sociedad burguesa de la época.

Tras jurar que nunca más le volvería a suceder, MacNamara se alió en 1950 con el abogado Ralph Schneider para crear la tarjeta Diners Club, y distribuyó 200 cartoncitos entre familiares y amigos. Ese mismo año, había ya 20.000 tarjetas circulando. Hoy hay más de ocho millones de personas que usan esta tarjeta en 200 países, con 7,5 millones de establecimientos adheridos. Diners también fue la primera que se usó en la URSS y en Mongolia, en 1968.

Llegó con el turismo

Las tarjetas de crédito llegaron a España gracias al turismo, dos años después de nacer en EEUU. "La empresa la implantó como medio de cobertura para los estadounidenses que venían de vacaciones a disfrutar del sol y las playas", cuenta Eduardo Rodríguez Losada, consejero delegado de Diners Club. En un principio, servía para poco más que pagar en restaurantes caros y hoteles, pero actualmente la usan 100.000 socios, 3.200 empresas y 250.000 establecimientos.

"Toda idea con futuro suele ser copiada", explica orgulloso Rodríguez Losada. Veinte años después de que un asombrado camarero recibiera una Diners Club en vez de dinero, nació Visa. Actualmente circulan por el mundo 2.000 millones de tarjetas, el equivalente a un tercio de la población mundial. La facturación supera los 4 billones de euros, seis veces el producto nacional bruto español.

Hay muchos tipos de medios de pago electrónicos, los más comunes son los que lleva la mayoría de la gente. Pero también hay otro tipo de tarjetas sin límite de gasto que van dirigidas únicamente a personas con alto poder adquisitivo.