Era inevitable. La prohibición de ejercer el control de dos compañías eléctricas competidoras ha terminado por obligar a ACS a decidirse por una de sus dos participadas: Unión Fenosa (a la que controla con su 45,3%) e Iberdrola (en la que tiene limitados los derechos políticos de su participación del 12,4%).

Tras casi dos años deshojando la margarita, todo parece indicar que la compañía que preside Florentino Pérez se ha decidido por Iberdrola, pese a las malas relaciones que mantiene con su homólogo en la eléctrica, Ignacio Sánchez Galán.

El grupo explicó ayer que "ha venido manteniendo conversaciones con distintos operadores del sector energético" en los últimos tiempos. Su objetivo declarado, "dentro siempre del respeto a la política del Gobierno", es jugar un papel central en la todavía pendiente "reordenación" del sector eléctrico.

La mayor empresa constructora y de servicios del país reconoce que se ha planteado la venta de Unión Fenosa para "concentrar sus esfuerzos en consolidar su participación en Iberdrola". Eso sí, ACS deja todas las puertas abiertas: es solo "una de las posibles operaciones a realizar" y aún no hay ningún acuerdo.

Desde que en el 2005 entró en el sector energético para diversificar el riesgo, Florentino Pérez ha dejado clara su intención de convertirse en socio de referencia de un gran grupo energético que garantice que la mayoría de los activos energéticos del país queden en manos españolas. La constructora ya levantó mucha polvareda en enero al admitir que estudiaba con la eléctrica estatal francesa EDF un asalto a Iberdrola. La calma chicha que ha reinado desde entonces podría romperse con el nuevo movimiento de ACS. La constructora alcanzaría entre el 25% y el 30% de Iberdrola con lo ingresado por Fenosa, tras lo que se convertiría en accionista de referencia, a distancia de la BBK (10%).

Desde esta posición de privilegio, las opciones de ACS serían amplias. En su última junta, Pérez se mostró favorable a una fusión de Iberdrola y Gas Natural y se postuló para comprar los activos sobrantes mediante Fenosa. La oposición de Galán ha desbaratado la operación, pero como primer accionista y sin las actuales ataduras (la CNE tendría que permitirle ejercer todos sus derechos) podría fomentar una alianza. Entre los posibles interesados en Fenosa suenan EDF, E.ON o Gas Natural. Otras, como la francesa GDF-Suez, lo han negado. El problema para el comprador, si adquiere todo el paquete, es que tendría que lanzar una oferta por el 100% del capital, con lo que el coste final sería mayor que lo que ingresaría ACS (algo más de 5.000 millones, más la prima de control).

LA DEUDA Tampoco está clara la intención de ACS. Tiene un grado de apalancamiento elevado, 18.175 millones de deuda, y gran parte de los créditos con que financió sus compras están garantizados con las propias acciones de las compañías adquiridas. En el 2008, Fenosa ha caído el 25% e Iberdrola, el 24%.