No será la solución definitiva a la delicada situación que está atravesando el sector de la industria automotriz en Alemania pero casi. Desde el pasado mes de enero, la Oficina Federal de Economía y Control de las Exportaciones, BAFA (Bundesamt für Wirtschaft und Ausfuhrkontrolle) recibe cada día una media de 10.000 solicitudes para acogerse al plan Prever germano. La medida se incluye en el paquete de estímulo a la economía aprobado por el Gobierno alemán, dotado con 50.000 millones.

El Prever germano concede una ayuda de 2.500 euros por comprar un coche. En concreto, los conductores que se acojan a este plan obtendrán esta subvención de forma directa para la adquisición de un automóvil nuevo o con una antigüedad inferior a 12 meses y que cumpla al menos la norma Euro4 sobre emisiones. "Hay días que hemos recibido hasta 16.000 peticiones", asegura al periódico Berliner Zeitung Michael Rostek, director de las oficinas del BAFA, institución encargada de recibir las solicitudes y que, debido a la carga de trabajo, ha tenido que ampliar su plantilla con 70 funcionarios. "El interés --añade Postek-- ha superado con creces todas las expectativas". Y tanto. Un éxito con el que no contaban ni los fabricantes ni tampoco el mismo Gobierno.

Los concesionarios alemanes, como eslabón final del proceso de fabricación, se han llegado a ver desbordados de clientes en las últimas semanas y todo esto en un momento en que cuesta creer que haya interés por renovar el automóvil. "Los compradores acuden a los concesionarios en manada", afirmó el responsable de Ford en Alemania, Bernhard Mattes.