El presupuesto económico de emergencia que hoy presentará el ministro de Finanzas británico, George Osborne, aumentará el desempleo y afectará negativamente al crecimiento a corto plazo, según han reconocido fuentes del propio gobierno de coalición conservador-liberal. Pero las autoridades británicas insisten en que la prioridad es la reducción del déficit público, que en el caso del Reino Unido alcanza el 12% del producto interior bruto (PIB).

El primer ministro, David Cameron, rechaza la recomendación del presidente norteamericano, Barak Obama, quien ha pedido a los dirigentes del G-20 que traten de reforzar la recuperación de la economía mundial. "Cada país tiene diferentes maneras de ver las cosas y en algunos como el nuestro, la necesidad es combatir y reducir el déficit lo más rápidamente posible", explicó ayer.

El plan de ajuste incluirá recortes récords en el sector público, la congelación de salarios y una posible subida de impuestos. Medidas, según Osborne, "imposibles de evitar" para no dejar al país "deslizarse por el camino de la ruina". La impopularidad del plan augura huelgas y protestas laborales. La patronal ha pedido al Gobierno que relaje la normativa de los despidos colectivos y endurezca la regulación de la huelga.