La debilidad parlamentaria del PSOE, acentuada por la enconada negociación de la financiación autonómica, le jugó ayer otra mala pasada a los socialistas. Quizá el mayor patinazo protagonizado hasta ahora en el Congreso por el partido del Gobierno. Este se vio obligado a retirar su apoyo a una enmienda acordada con IU-ICV que instaba al Gobierno a aprobar una auténtica revolución fiscal de izquierdas, que incluía, entre otras cuestiones, una subida de impuestos para las rentas más altas y acabar con los privilegios fiscales de los futbolistas extranjeros de élite, beneficiarios de la llamada la ley Beckham .

El pacto lo dinamitó CiU horas después al amenazar con rechazar otra cuestión clave en una votación que tendrá lugar mañana si el PSOE no se desmarcaba. La coalición nacionalista justificó su actuación en términos casi heroicos. "Hemos evitado con pocos movimientos que la voracidad fiscal del Estado se cebe en las pymes, los autónomos y las rentas medias", se vanaglorió el diputado Josep Sánchez Llibre desde la tribuna, después de que el ecosocialista Joan Herrera lamentara que se haya perdido la oportunidad de "girar a la izquierda la política fiscal".

POLITICA DE DEDUCCIONES Fuentes de IU apuntaron que la intención acordada era aumentar los impuestos a los contribuyentes que perciban rentas mensuales superiores a 10.000 euros. Otro punto clave pretendía rectificar la política indiscriminada de prestaciones y deducciones fiscales emprendida al final de la pasada legislatura (los 400 euros del IRPF y los 2.500 por nacimiento), limitando sus beneficios a las rentas medias y bajas.

El portavoz socialista José Antonio Alonso aseguró que el debate sobre las medidas incluidas en la moción "se retomará en otoño", es decir, que la revolución fiscal solo queda aparcada, pero tras el verano el juego de mayorías y minorías se mantendrá en términos similares y no es difícil prever que CiU intentará usar las mismas armas para frenarla de nuevo.

Alonso justificó la marcha atrás de ayer en la falta de apoyo de IU-ICV a la delicada votación de mañana sobre el techo del gasto presupuestario en la que estos anunciaron que se iban a abstener. Así, el PSOE se vio obligado a escoger ayer entre los dos votos negativos de IU-ICV o los 10 de CiU para el pleno de mañana y no tuvo dudas. Mientras el voto negativo del PP está garantizado, el apoyo del resto de partidos está todavía en el alero.

El portavoz ERC, Joan Ridao, condicionó el voto favorable a que se aumente el déficit público en un punto, lo que generaría 10.600 millones de euros adicionales, una parte de los cuales debería incrementar los 9.000 millones que el Estado prevé destinar a la mejora de la financiación autonómica.