La presidenta electa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la cancillera alemana, Ángela Merkel, y los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, e Italia, Sergio Mattarella, participaron ayer en Francfort en la ceremonia de despedida del italiano Mario Draghi, que dejará la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) este viernes, tras ocho años de mandato atravesados por la gran recesión. «Hoy 11 millones de personas más trabajan. Ha aumentado la confianza pública en el euro a su máximo histórico. En la zona del euro los legisladores reafirman que el euro es irreversible», dijo Draghi, reconocido por el Parlamento Europeo como «el hombre que salvó el euro».

En un acto con cerca de 400 invitados, Draghi defendió seguir avanzando en la construcción europea ya que, a su juicio, los desafíos que plantea a la supervivencia del proyecto en un mundo globalizado requiere de una respuesta «más fuerte» de Europa, incluyendo la creación de una capacidad fiscal común en la zona euro con alcance suficiente para estabilizar la unión monetaria.

«No hay una solución perfecta. Cuando los riesgos se comparten, los riesgos morales no se pueden nunca reducir a cero, pero se pueden contener en gran medida con el diseño apropiado», es el recado que dejó Draghi en presencia de Merkel, Macron y Matarrella. «Sea cual sea el camino adoptado, está claro que ahora es el momento de más Europa, no menos», señaló. «Necesitamos que Europa sea más fuerte», añadió Draghi, para quien «en un mundo globalizado, compartir soberanía es una forma de recuperar soberanía»

HOMENAJE DE MACRON / El presidente francés, Emmanuel Macron, rindió homenaje al banquero diciendo de él que «es un hombre que ha llevado muy alto el sueño europeo» y que se ha convertido «en un digno heredero de los fundadores de Europa».

Al pasar el testigo a su sucesora, Christine Lagarde, a quien entregó la campana de mando de la institución, Draghi dijo que el organismo se ha transformado en «un banco central moderno, capaz de gestionar cualquier reto». Pero también le entrega un banco central dividido, entre partidarios y críticos de la actual política monetaria más acomodaticia. La alemana Merkel saludó su voluntad de «preservar» la independencia del BCE que ha servido de «protección cuanto no todo el mundo estaba de acuerdo con todo».