Entre quedarse de brazos cruzados en España con una infraestructura y una plantilla paralizados o dar el salto al otro lado del Estrecho en búsqueda de una salida, Juan Redondo lo tenía muy claro. El mismo se encargó de introducir sus máquinas en Marruecos y de los líos burocráticos para terminar de constituir la sociedad. "Pasos cortos y seguros", dice Redondo, eufórico e ilusionado con un proyecto que augura éxito. "Este país tiene mucho futuro", añade antes de cruzar la puerta de la Cámara de Comercio en Tánger.

Es aquí donde hizo su primera parada hace ocho meses, antes de poner un pie en el mercado de la construcción marroquí. Otros juegan con fuego no dejándose asesorar, saltándose los procedimientos, y las instituciones que les evitarían caer en irremediables estafas, a veces, millonarias. "Hay que hacer bien las cosas, no dejarse convencer por cualquiera, olvidarse de los sobornos y de las vías rápidas", aconsejan en el Centro Regional de Inversiones en Tánger (CRI).

Redondo no es el único que ha huido de la crisis económica para salvar los muebles. Otra veintena se ha sumado en los últimos meses a esta aventura empresarial. La mayoría de ellos, medianos y pequeños, están levantando negocios relacionados con la promoción inmobiliaria, sobre todo equipamiento para la construcción. El sector de la automoción también se prepara para recibir bolsas importantes de empresarios. De hecho, algunos ya han empezando a crear sociedades de accesorios para los fabricantes de vehículos. Renault prevé producir entre 200.000 y 400.000 coches al año.

En menor medida se postulan para el mercado del textil, aunque en el norte "funciona muy bien", asegura José Estévez, presidente de la Cámara de Comercio de Tánger. Mientras en España está en coma, en el reino alauí la construcción de viviendas está en apogeo. Solo el Plan Azur prevé la apertura de centenares de hoteles.

Según Hassán Selmi, del CRI, los españoles son cada vez "más conscientes" de las oportunidades. "Todos los días recibo a entre tres y cuatro personas que traen ideas de negocios", comenta. Selmi advierte, como recomendación general, de que antes de apresurarse "deben abandonar la mentalidad europea". Aquí, la vida es más lenta, el ritmo laboral se ralentiza por el calor, y, además, las formas de trabajar son también distintas. "Tener muy claro la adaptación, pensar que no estás en España", añade Isabel Sarrad, delegada del Banco Santander en Tánger, para quien "las prisas por coger el avión de vuelta a España acaban matando, y en la distancia tampoco se puede dirigir la empresa". Según Sarrad, buena parte de los créditos financian la industria auxiliar de la construcción, y algunos a la maquinaria de hostelería.

Los prejuicios sobre Marruecos acaban influyendo de forma muy decisiva a la hora de instalarse en el país y, a veces, es lo que les hace fracasar. "Hay que venir sabiendo lo que quieres hacer, y lo primero es abrir una cuenta en dirhams convertibles", según José Estévez.

La construcción del puerto de Tánger Med en el estrecho de Gibraltar abre además nuevas posibilidades, ya que se necesitarán empresas de servicios, de restauración, de transporte, de congelación. Para que el gigante de Tánger funcione a pleno rendimiento faltan todavía casi seis años. Será entonces cuando más de siete millones de pasajeros lo utilicen y alrededor de 700.000 camiones lo incorporen a su ruta para salvar los 15 kilómetros que separan las dos orillas.