Qué consecuencias económicas tendrá en la UE la ampliación?

-- Supone la incorporación de 75 millones de consumidores suplementarios al mercado interior, pero no es un big bang. La UE dispone hoy de un superávit comercial con estos países considerable. En lo económico, la parte más fuerte de la ampliación ha sido completada. Lo que no ha terminado es la convergencia económica de esos países con la UE en nivel de vida.

Para España, los primeros efectos han sido el traslado de industrias automovilísticas a Polonia, Eslovaquia...

-- España y Portugal han desarrollado durante estos años una industria automovilística, unas ventajas competitivas y un sector con valor añadido. Eso ha sido bueno tanto para España como para Portugal y Alemania. Todos han ganado. Mientras, la economía española ha mejorado, sobre todo en el terreno del valor añadido. Si la industria automovilística se establece en esos países, mejorará su empleo y su poder de compra. Eso beneficiará, porque podrán comprar otros productos que fabrica España.

¿Cómo ve la liberalización de mercados en España?

-- España ha hecho, antes y después de la adhesión, una convergencia económica con la UE remarcable. Queda pendiente reformas en ciertos sectores, pero en general el proceso es destacable. Hay una parte de reformas estructurales que maneja la UE pero hay otra que administra cada país. Por ejemplo, el debate sobre la apertura de los hipermercados en domingo es una cuestión que depende de cada país.

Esa liberalización, que defienden algunos sectores, ¿es tan beneficiosa en términos de crecimiento y desarrollo?

-- Sí. Es lo que pensamos todos en Europa. Con la condición de que esta apertura comercial, que comporta una cierta redistribución del juego, se realice de manera que asegure una competencia leal entre los operadores económicos e incorpore mecanismos de solidaridad que hagan menos dolorosos los cambios. Es la tradición europea.

¿Qué consecuencias tendrá la fortaleza del euro para la exportación?

-- Ninguna para la economía española que exporta sobre el mercado interior de la UE. El 90% de los intercambios son entre nosotros. Las transacciones con el exterior son sólo un 10%. Para las empresas de España que venden a la UE, no habrá cambio. Para el 10% que vendemos al exterior, la apreciación del euro tiene un efecto marginal. La competitividad europea no depende hoy de los tipos de cambio, sino de otros factores: innovación, calidad, gestión, distribución...

¿El BCE tardó demasiado en bajar los tipos de interés?

-- No. Porque lo más importante para la economía son los tipos de interés a largo a plazo. Y estos suben, anticipan la inflación. El papel del BCE es sobre todo velar por la estabilidad de precios. Ha actuado de forma correcta.

¿Cree que el pacto de estabilidad es un instrumento estúpido, como dijo Prodi?

-- Ja, ja, ja... Creo que hay que hacerlo más inteligente. Hay diversas maneras de expresar ese planteamiento. El pacto fue concebido hace más de 10 años. Entonces el problema esencial era dar garantías a los países de que la administración de las finanzas era capital en la gestión macroeconómica y que no se podía abandonar. Necesitamos un modelo que todos debemos respetar.

¿Cómo se halla la negociación de la OMC sobre la liberalización del comercio?

-- A esta negociación, que comenzamos hace un año, le quedan dos años para concluir. Los europeos debemos ver si el conjunto de capítulos que llevamos en el saco negociador progresa de forma armoniosa. Es una negociación compleja por las cuestiones y porque participan 140 países. La tentación es avanzar en los temas que te interesan más. Pero se debe cuidar que avancen de forma equitativa cuestiones como la mejora del acceso a los mercados, industriales y de servicios, y en temas como la protección de propiedad intelectual, la competencia, la disciplina en las subvenciones públicas...

Usted habló de globalización dominada. ¿Qué es?

-- Una actitud política que consiste, a partir del análisis de la mundialización como un estado histórico de desarrollo del capitalismo de mercado, en gobernarla de tal forma que el conjunto del desarrollo económico, financiero que produce no supere nuestra capacidad política de liderarlo. Introducir política en la economía de tal forma que se contrapesen los efectos positivos y negativos de la mundialización. Debemos conseguir que la política exprese el valor de las preferencias colectivas. En democracia, los ciudadanos deben participar en las decisiones que les conciernen.

¿La socialdemocracia frena el avance de ese capitalismo?

-- La socialdemocracia nació de la voluntad de registrar los cambios sociales de la revolución industrial. Para mí, los problemas no son diferentes. El mundo ha cambiado, el capitalismo de mercado se ha ajustado y las grandes consecuciones socialdemócratas persisten. Naturalmente, el capitalismo de mercado mantiene que los ricos son poderosos y los pobres débiles. La socialdemocracia nació para contrapesar eso. Nosotros la hemos consolidado en la Unión Europea y debemos trasladarla a nivel mundial.