En la última reunión de un año tumultuoso y ante la dudas e incertidumbres sobre el futuro inminente que tiene en reserva para el mundo la pandemia de coronavirus la Reserva Federal de Estados Unidos ha optado por la calma o, cuando menos, por la continuidad de los pasos dados para combatir los efectos económicos de la crisis.

Los tipos de interés que el banco central estadounidense rebajó en marzo a entre cero y 0.25% seguirán ahí, con previsiones de la mayoría de miembros de la Fed de mantenerlos en esa horquilla hasta 2023. Y el programa de compra de bonos también lanzado en marzo, al que ha estado destinando al menos 120.000 millones de dólares mensuales, se mantendrá también sin variaciones, por ahora tanto en su cantidad como en su composición, y con la perspectiva de seguir como está hasta que haya más avances sustanciales hacia los objetivos de pleno empleo y estabilidad de precios, donde la meta es la inflación del 2%.

"El camino de la economía dependerá significativamente del camino del virus", ha dicho la FED en su comunicado, en el que reconoce que "la crisis de salud pública seguirá pesando en la actividad económica, el empleo y la inflación a corto plazo y plantea riesgos considerables en las perspectivas económicas en el medio plazo".

En su rueda de prensa, Jerome Powell, el presidente de la Fed, ha reconocido que los momentos inminentes están marcados por la "elevada incertidumbre". Ha mostrado esperanza ante los cambios que puede producir la vacuna, que ya se ha empezado a inocular, pero también ha recordado que hay "retos" en su distribución y ha dicho que es "difícil" calcular tanto "el momento como el alcance" de las implicaciones económicas de la inmunización. "Los próximos meses van a ser muy complicados", ha subrayado.