Si una marca encarna parte de los despropósitos que han llevado a General Motors a la suspensión de pagos y a ponerse en manos del Gobierno es Hummer: todoterrenos sobredimensionados sacados del Ejército y adaptados, gracias al poder de persuasión del gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, para la población civil.

Ahora, ese símbolo de los excesos y de la despreocupación por el impacto ambiental, que hizo de las carreteras recuerdo de los campos de batalla del golfo Pérsico e identificó el patriotismo sobre cuatro ruedas, puede convertirse en paradójico icono: GM lo vende, y parece que el comprador es una empresa china.

GM anunció ayer, 24 horas después de entrar en bancarrota, que ha firmado un "memorando de entendimiento" con un comprador que no quiso ser identificado. Pero distintas fuentes indicaron a varios medios estadounidenses que se trata de Sichuan Tengzhong Heavy Industrial Machinery, una empresa privada experta en la construcción de vehículos especiales, componentes para autopistas y puentes y maquinaria de construcción.

OTRAS CONVERSACIONES Aunque hay otra parte interesada en adquirir Hummer, esas conversaciones se han congelado tras la firma del principio de acuerdo con los chinos. GM espera cerrar, para el final del tercer trimestre del año la venta, que deberá aprobar Pekín. El Gobierno comunista puede vetar adquisiciones internacionales y presta mucha atención a transacciones superiores a 70 millones de euros.

El gigante de Detroit calcula que con la operación podrá salvar 3.000 puestos de trabajo vinculados a la producción de los todoterrenos y sus concesionarios. Durante un periodo pactado de transición, Hummer seguiría subcontratando servicios empresariales y de manufactura a GM. El grupo ha valorado Hummer en 350 millones. Algunos analistas creen que no alcanzará ese precio. Y las cifras de venta explican algunas cosas: las de sus modelos cayeron el 51% el año pasado, el peor porcentaje de toda la industria. En lo que va de año se han reducido un 67%.

DESPUES DE LOS RUSOS La entrada de capital chino en Hummer se produce pocos días después de que un banco semipúblico ruso, Sberbank, haya participado en el plan de rescate de la filial europea de GM, Opel. Este banco se ha hecho con el 35% de las acciones de la nueva Opel y lleva como socio tecnológico a Gaz, un fabricante de automóviles ruso --ya existía durante el régimen comunista-- que también atraviesa serias dificultades.

Tanto el banco, en el que el Estado tiene el 60% del capital, como Gaz, cuyo accionista mayoritario es el banco, tienen gran interés en la operación, como el propio Kremlin.