Los líderes mundiales, reunidos en la cumbre del G-20, dieron ayer el paso necesario para abordar las reformas que implican la profunda transformación del actual orden financiero internacional. Acordaron iniciar la limpieza del sistema financiero e inyectar un billón de dólares más a la economía mundial. Después de las tensiones en días previos, la cumbre de Londres finalizó en medio de un ambiente de satisfacción general, que se reflejó en la euforia de las bolsas internacionales.

"Una cumbre histórica", señaló el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. "El día en que el mundo se une para luchar contra la recesión, no con palabras sino con plan global de recuperación y de reforma", afirmó el primer ministro británico, Gordon Brown, anfitrión del encuentro. "Un compromiso histórico para una crisis excepcional", fue el comentario de la cancillera alemana, Angela Merkel. "Lo acordado va más allá de los que podíamos imaginar", declaró el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que dijo sentirse "feliz" con los resultados obtenidos.

EL FMI TRIPLICA SUS RECURSOS El acuerdo alcanzado por los representantes de los países industrializados y las potencias emergentes incluye una aportación de un billón de dólares (743.000 millones de euros). Esta inyección extra de dinero, mucho más elevada de lo previsto en un principio, está destinada a las organizaciones multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Foro de Estabilidad, que pasa a llamarse Consejo de Estabilidad Financiera. De todas ellas, la institución que ha salido más favorecida es el FMI, que triplica sus recursos y recibirá 500.000 millones de dólares que van a sumarse a los 250.000 que ya recibía. "Es el plan de relanzamiento coordinado jamás visto", señaló Dominique Strauss-Kahn.

El FMI reforzado deberá ahora suministrar liquidez a las economías más deprimidas, al borde del desplome. También colaborará con el Consejo de Estabilidad Financiera para alertar de los síntomas de inestabilidad en los mercados mundiales, a fin de prevenir con mayor antelación crisis como la actual.

El G-20 decidió destinar 250.000 millones de dólares para relanzar el comercio mundial y las exportaciones, más del doble de lo previsto, mientras que otros 100.000 millones, en forma de créditos adicionales a cargo de bancos multilaterales, serán para financiar a los países más pobres del planeta.

Gordon Brown no obtuvo los estímulos fiscales que pedía, junto a Barack Obama, pero ayer prefirió subrayar el esfuerzo hecho para emprender "una expansión fiscal sin precedentes y concertada" --la que ya han aplicado los países por su cuenta--, que aportará a la economía cinco billones y elevará la producción en un 4%.

PROPUESTA RADICAL La reforma más radical acordada en la cumbre de Londres es sin duda la de los sistemas de regulación y vigilancia del sistema financiero. Alemania y Francia habían exigido medidas tajantes para crear un nuevo marco de funcionamiento global a fin de evitar el fraude y los excesos. En el futuro habrá más supervisión de los hedge funds, los fondos especulativos, así como de las agencias de calificación de riesgo, "para impedir conflictos de intereses inaceptables", señalaba el comunicado final. También se establecerán nuevas reglas para el pago de bonos a los directivos bancarios. Se aprobó un enfoque común a la limpieza de los "activos tóxicos" y los 20 se mostraron decididos a terminar con el secreto bancario.

La OCDE dio a conocer anoche la lista de paraísos fiscales con el propósito de imponer sanciones a quienes no cooperen en atajar la evasión fiscal. "Es el principio del fin de los paraísos fiscales", declaró el primer ministro británico. En el acuerdo final figura, como estaba previsto, un compromiso para no caer en el proteccionismo. Tanto Brown como Obama señalaron que las decisiones tomadas no resolverán inmediatamente la crisis, pero el proceso para la recuperación ha quedado marcado. "Es la reforma más profunda del sistema financiero desde 1945", indicó Sarkozy, que cosechó los frutos de su insistencia. Los miembros del G-20 volverán a reunirse en septiembre en Nueva York, coincidiendo con la asamblea general de Naciones Unidas.