El grupo Llanera puede ser la primera gran empresa que pague caro el frenazo del sector inmobiliario. De momento, ha tenido que acudir al concurso de acreedores ante la imposibilidad de afrontar una deuda a corto plazo de 350 millones de euros. Seis empresas del grupo formalizaron ayer el trámite en el Juzgado Mercantil número 2 de Valencia por riesgo de "insolvencia inminente" derivada del final del boom constructor y la caída de las ventas de segundas residencias turísticas, de las que depende el 61% de su facturación.

En tiempos de recortes, la estrategia de Llanera se ha demostrado errónea. La acumulación de suelo rústico para abaratar los precios de las promociones la ha dejado sin liquidez. Por un lado, las perspectivas de venta rápida de obra recién acabada o sobre plano han caído en picado debido, entre otras cosas, al alza de los tipos de interés. Pero, además, la mayor parte del suelo que acumula se encuentra pendiente de recalificación.

CAMBIO DE LEY Las llamadas de atención de la Unión Europea (UE) sobre la política urbanística valenciana produjeron que se cambiara la ley autonómica que permitía las recalificaciones masivas. La nueva norma no las impide, pero establece más requisitos y trámites más largos para transformar el suelo rústico en urbano. En la práctica, el parón llegó por el aplazamiento de la autorización de grandes planes por parte de la Consejería de Territorio ante el varapalo europeo y la cercanía de las elecciones autonómicas del pasado mayo.

De las 24 urbanizaciones con campo de golf que tiene proyectadas Llanera, únicamente tiene una aprobada. La excepción fue el proyecto Nou Mil.lenni de Catarroja, 12.000 viviendas en plena huerta de Valencia con la que el Gobierno de Francisco Camps lanzó un balón de oxígeno a la empresa un mes antes de los comicios autonómicos.

A corto plazo, Llanera no puede hacer caja con las viviendas construidas por la caída de las ventas. Y a medio y largo plazo dispone de mucho suelo comprado a alto precio y pendiente de pago, pero pocos terrenos edificables. Por eso, además de la deuda que le han reclamado judicialmente una veintena de contratistas de obras, la empresa ya prevé que no podrá atender otros 300 millones de euros de deuda a largo plazo con entidades de crédito.

CREDITO AGOTADO Para evitar el concurso, Llanera ha intentado reestructurar su deuda con Bancaja, la CAM y el Banco de Valencia. Pero el crédito está agotado. Antes ya despidió a 200 de sus 800 empleados, cerró sus oficinas en Londres y Madrid, frenó un ambicioso plan de apertura de puntos de venta en Europa y suspendió el patrocinio de equipos de rugby como el London Irish, y de fútbol, como el Charlton inglés o el Valencia.

Contrató a los directivos a golpe de talonario y pasó de facturar 4 a 418 millones de euros en 10 años. Ahora aterriza de un sueño que incluía construir el nuevo estadio de Mestalla y situarse entre las diez empresas españolas que más facturan.

INFORME DEL BBVA A pesar del susto que causó ayer el anuncio de Llanera, el servicio de estudios del BBVA asegura que en España no hay riesgo de crisis subprime --el mercado hipotecario de alto riesgo en Estados Unidos-- y descarta un ajuste del sector inmobiliario como el norteamericano que pueda impactar gravemente sobre el sistema financiero. "No existe crédito subprime tal y como se define en Estados Unidos. Las diferentes características de los mercados llevan a descartar un ajuste similar, y que este tenga un impacto grave sobre el sistema financiero español", asegura el banco.