No sólo se marchan empresas. Es que muchas han dejado de venir a España. Los últimos datos del Banco de España sobre balanza de pagos, correspondientes al mes de noviembre, desvelan una fuerte caída de las inversiones directas extranjeras. En los once primeros meses del año pasado, la inversión directa de extranjeros en España sumó 13.211 millones de euros (2,19 billones de pesetas), el 35% menos que en igual periodo del 2002. En los tres últimos años se ha dividido por tres.

En el 2003, prácticamente la mitad de la entrada directa de capital extranjero fue de carácter inmobiliario (6.613 millones de euros), con un aumento del 21% respecto al mismo periodo del año anterior.

Si se descuenta este elemento, la inversión extranjera en empresas sólo fue de 6.598 millones de euros, menos de la mitad que el año anterior y cinco veces menos que en el 2000.

AGOTAMIENTO Para el director de Analistas Financieros Internacionales (AFI), Emilio Ontiveros, esta "preocupante" evolución es reflejo del "agotamiento gradual de las ventajas comparativas que, hasta ahora, ofrecía España para captar inversiones industriales, intensivas en empleo" y de la incapacidad de la economía española para sustituir el atractivo de la mano de obra barata por otros, como un mejor capital tecnológico, humano y de infraestructuras.

Para el director del servicio de estudios del Instituto de Estudios Económicos, Gregorio Izquierdo, estos datos sólo son el síntoma de un mal de crecimiento . "A medida que aumenta nuestro nivel de desarrollo, se pierde parte de nuestras ventajas comparativas, y esto es normal. Lo lógico es que pasemos a ser exportadores netos de capital".

Según Ontiveros, sin embargo, los datos de la Conferencia de las Nacionales Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) sobre la inversión directa extranjera (IDE) en el mundo ponen en evidencia que los países más desarrollados son los que reciben un mayor volumen de inversión.

COMPETITIVIDAD Juan José Laborda, de la fundación de las cajas de ahorros FUNCAS, se sitúa entre los preocupados por estos datos y reclama "una mayor competitividad" de la economía.

Según Laborda, la desaceleración de la entrada de capitales tuvo sentido en el 2001 y en el 2002, con las principales economías del mundo en recesión. "Lo preocupante es que en el 2003 no se haya recuperado, sino todo lo contrario".