El Risk (en inglés, riesgo), un juego de mesa creado en 1950 por el director de cine francés Albert Lamorisse, ha permitido durante décadas a niños y no tan niños pasar la tarde conquistando el mundo, reencarnados en modernos napoleones o hernancorteses.

Un juego de batallas y estrategia que parece haber preparado a toda una generación de banqueros centrales. Como dice una experta en macroeconomía, la guerra de las divisas amenaza con convertirse en la cuarta oleada de la crisis, tras la debacle financiera, el hundimiento de las economías y la zozobra de la deuda pública. La crisis, una cebolla que acumula ya demasiadas capas.

China, la economía más boyante del mundo, tiene su moneda artificialmente infravalorada para favorecer las exportaciones, lo que hace subirse por las paredes a los países desarrollados, que ante la atonía de su demanda interna fían su recuperación a las ventas en el exterior. ¿Cómo reaccionan Estados Unidos, Reino Unido y Japón? Anunciando más apoyos a la economía que hace caer sus monedas. Es la guerra.

Pero Europa, al igual que en las guerras de verdad, quiere agotar la vía diplomática, aunque ello conlleve que el euro se dispare y la competitividad de las exportaciones se hunda. Ya se sabe que el Banco Central Europeo (BCE) es el guardián de la ortodoxia y que no anda muy rápido de reflejos.

Así las cosas, la amenaza de que se agrave el conflicto y de que los grandes bloques económicos comiencen a tirarse las monedas a la cabeza condena a las bolsas a una nueva dosis de incertidumbre. Más moverse como un egipcio: de costado. El Ibex ha ganado el 2,58% en la semana, a pesar de cerrar ayer con una caída del 0,18%, en los 10.720,8 puntos.

De los grandes valores solo subió Telefónica, el 0,27%, mientras que Banco Santander cedió el 1,11%; BBVA, el 0,31%; Repsol, el 0,3%, y Iberdrola, el 0,25%. Abengoa encabezó las pérdidas del Ibex con un descenso del 1,56%.