Son los más ricos entre los ricos, los que presumen de ceros en sus cuentas bancarias, los que no conocen en su diccionario palabras como crisis o recesión porque, al menos sus efectos, tienen un significado completamente distinto que para el común de los mortales. También los más generosos, los más altruistas, los que se han comprometido públicamente a donar en vida o después de su muerte la mitad de sus fortunas.

Fue hace más de un año cuando Bill Gates y Warren Buffet, dos de los empresarios más ricos del planeta, se sentaron por primera vez en un restaurante de Nueva York junto a otros multimillonarios para hablar de un proyecto con el que se proponían revolucionar el mundo de la filantropía. ¿Qué se podía lograr si juntaban sus fortunas? Y lo más importante, ¿quién estaría dispuesto a sumarse a la iniciativa?

Meses después se anunció a bombo y platillo el lanzamiento de la campaña The Giving Pledge, en la que invitaban a los multimillonarios estadounidenses a donar al menos la mitad de su dinero. Al margen de Buffet y Gates, los primeros en subirse al carro quizá no eran muy conocidos, pero todos tienen fortunas astronómicas: Eli Broad, Gerry Lenfest, John Morgridge o Paul Allen.

Ahora se van subiendo a este barco solidario personalidades como el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg; conocidas estrellas de Hollywood como el productor y director George Lucas; el emperador de la CNN, Ted Turner; o el mismísimo David Rockefeller. De momento, el monto ascendería a unos 175.000 millones de euros.