El momento elegido no podía ser más indicado: ayer, cuando se celebraba en EEUU el día del trabajo, el presidente Barack Obama, presentó en un discurso en una fiesta sindical en Milwaukee un nuevo plan para incentivar a corto plazo la creación de empleo, una de las necesidades más acuciantes del país, con una tasa de paro del 9,6%. Para ello, propuso una inversión en seis años en infraestructuras que arrancaría con una inyección inicial de casi 39.000 millones de euros de las arcas públicas.

Los números marcados como diana los pusieron ayer sobre la mesa primero la Casa Blanca y luego, personalmente, Obama: reconstruir más de 241.000 kilómetros de carreteras; construir y garantizar el mantenimiento de casi 6.500 kilómetros de vías ferroviarias y financiar proyectos de alta velocidad. Por último, la Administración pretende rehabilitar y reconstruir 240 kilómetros de pistas aeroportuarias e instalar una nueva generación de sistemas de navegación aérea para reducir retrasos y tiempos de viaje.