De ser el patito feo del carro de la compra, el papel higiénico ha pasado a ser el producto estrella de la crisis del coronavirus, sin contar con mascarillas y guantes. La gente lo acumula y se graba vídeos dando toques al rollo, incluido Messi. Algún uso hay que darle, porque es imposible que se esté gastando todo en el inodoro. Mientras los científicos se afanan investigando la vacuna para el covid-19, el resto de la población se entretiene buscando el motivo por el que algunos de sus vecinos han decidido comprar rollos como para empapelar sus casas. En algo hay que invertir las horas de confinamiento.

«No hay absolutamente ningún motivo racional», explica a este diario Carlos Reinoso, director general de la Asociación de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón. «Hay bastantes estudios psicológicos que dicen que en las crisis se tiende a acumular productos que sean imprescindibles, baratos, no perecederos y que ocupen bastante, porque nos da tranquilidad ver la despensa llena. El papel los cumple todos pero más allá de eso no hay ninguna razón», asume Reinoso. Al menos, se trata de un fenómeno mundial y no solo propio y la explicación rebate la desalentadora teoría de que miles de personas han pensado que es útil hacerse mascarillas con el papel.

Hay una doble esperanza para los que se están quedando sin rollos en casa. «La producción está asegurada, las fábricas y las líneas de suministro están funcionando con normalidad, el desabastecimiento es absolutamente puntual», apunta el directivo de Aspapel. Por otro lado, en los últimos días se ha incrementado casi un 5% la producción. N. HERRERO