Barack Obama tiene previsto reunirse mañana con líderes de su partido en el Senado. Se trata de una inusual sesión dominical que se precisa necesaria, sobre todo ante las disonancias surgidas dentro del Partido Demócrata sobre el plan de estímulo económico que Obama trata de impulsar en el Congreso y que podría añadir a las nefastas previsiones de déficit del país más de medio billón de euros en los dos próximos años.

Ayer mismo, la senadora californiana Barbara Boxer trataba de minimizar esas discrepancias de opinión y destacaba las áreas donde hay acuerdo: la necesidad de dar más ayuda a los estados, recortar impuestos e invertir en infraestructuras.

Sin embargo, un día antes, al menos tres senadores demócratas habían puesto públicamente peros al plan de Obama. Kent Conrad, por ejemplo, criticó la utilidad de la propuesta de devolver 500 o 1.000 dólares a individuos o familias como herramienta para reactivar la economía.

John Kerry, mientras, cuestionó también que ninguna empresa vaya a lanzarse a contratar nuevos empleados por el incentivo de 3.000 dólares de crédito delineado en la propuesta de Obama. "Yo preferiría que el dinero se gastara en infraestructuras o inversiones directas, conversión de energía u otro tipo de cosas que más rápida, directa y seguramente crearán un verdadero empleo", aseguró el excandidato presidencial.