Los líderes de la Unión Europea (UE) acordaron ayer en Bruselas sostener financieramente a cualquier miembro del Este en apuros, pero descartaron un plan global para el conjunto de esos países, como había pedido Hungría. "Nadie se quedará en la cuneta", afirmó el primer ministro checo y presidente semestral de la UE, Mirek Topolanek. Pero las ayudas se concederán "caso por caso, porque la situación es muy diferente en cada uno de ellos", añadió Topolanek al término del Consejo Europeo extraordinario celebrado ayer en Bruselas para tratar sobre la crisis.

Hungría, que ya ha tenido que recibir una ayuda de emergencia de la UE de 6.500 millones de euros para afrontar sus deudas exteriores, propuso un plan global de salvamento a los países del Este por un importe de 160.000 a 190.000 millones. "No debemos permitir que un nuevo telón de acero divida a Europa en dos", señaló el primer ministro húngaro, Frenec Gyurcsany, ante las dificultades que atenazan a los países del Este.

Esta propuesta, sin embargo, no encontró respaldo ni entre los propios países del Este, la mayoría de los cuales se apresuró a desmarcarse de Hungría para no dar la imagen de que se encuentran en una situación tan apurada como Budapest.

SIN RESPALDO La propuesta húngara, apoyada por Polonia, de suavizar los criterios para ingresar en el euro tampoco obtuvo respaldo. "Las normas no pueden cambiarse de un día para otro", señaló el primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. "Sería un error cambiar ahora las normas de integración en el euro", remachó Topolanek.

Los líderes de la UE disimularon las profundas divergencias que les separan sobre las medidas nacionales para afrontar la crisis con promesas de seguir "actuando de forma conjunta y coordinada" y de evitar el proteccionismo. La eliminación por parte de Francia en su plan de apoyo a la industria del automóvil de la exigencia explícita de mantener el empleo en el país ha suavizado las tensiones con los demás socios. Pero el Gobierno francés ya ha dejado claro que esa exigencia se mantiene de forma implícita como "obligación moral" de las empresas que reciban ayuda.

La presidencia de la UE y la Comisión Europea insistieron ayer en que "la preservación del empleo en un país no puede hacerse a costa de la destrucción de empleo en otro", lo que muestra que ese tema no está resuelto.

Los líderes de la UE alcanzaron un principio de acuerdo sobre cómo abordar los activos dañados de los bancos, que deja gran libertad a cada país para afrontar el problema. El compromiso implica que "la ayuda a los bancos matrices no debe suponer ningún tipo de restricciones para las actividades de las filiales en otros países", ante el temor de los países del Este de verse perjudicados por el saneamiento de los bancos occidentales.

CITA CON OBAMA Los líderes de los 27 países de la Unión Europea (UE) celebrarán su primera reunión con el presidente norteamericano, Barack Obama, el 5 de abril en Praga, según anunció ayer el primer ministro checo, Mirek Topolanek. Obama, explicó Topolanek, acababa de confirmar su asistencia a esa cumbre UE-EEUU para estrechar la colaboración trasatlántica después de los profundos desencuentros con la antigua Administración de George Bush. El primer ministro británico, Gordon Brown, anunció también ayer que se reunirá mañana en Washington con Obama para discutir las medidas de reforma del sistema financiero internacional y la coordinación entre ambos lados del Atlántico para acelerar la salida de la recesión. Brown será el primer dirigente europeo en reunirse con Obama tras asumir el cargo.

Además, los Veintisiete reafirmaron en Bruselas la voluntad de la UE de jugar un papel de liderazgo internacional en el reforzamiento de la regulación y la supervisión financiera mundial para lograr una pronta restauración de la estabilidad financiera y la reactivación del crédito a las empresas y a las familias.