Si Thomas Alva Edison levantara la cabeza, se horrorizaría. El inventor de la bombilla incandescente presenciaría a partir de mañana el inicio del plan comunitario diseñado para eliminar gradualmente esta forma centenaria de iluminación con el que la Unión Europea (UE) prevé un ahorro energético anual equivalente a unos 11.000 millones de euros, a razón de entre 50 y unos 160 euros --según distintos estudios-- por hogar.

Las bombillas no desaparecerán de un día para otro. Pero a partir de mañana, los productores dejarán de distribuir las de 100 vatios (W) y más, tal como prevé el calendario de la UE. Este tipo de bombilla existirá el tiempo que duren los estocs.

Los principales fabricantes son la holandesa Philips; la alemana Osram, perteneciente a Siemens; la también alemana Sylvania, adquirida en el 2007 por la india Havells; y en EEUU, General Electric, la heredera de Edison. Entre todas se reparten los más de 1.000 millones de bombillas incandescentes que se consumen anualmente en Europa. Se estima que cerca del 12% --unos 120 millones-- son las de 100 o más vatios, según estudios encargados por la Comisión Europea.

El proceso, acordado en diciembre pasado y ratificado en marzo de este año, dentro del conjunto de medidas para un desarrollo sostenible y para reducir el impacto de la actividad humana en el clima, culminará en septiembre del 2012. "La industria de la iluminación está preparada para afrontar el nuevo cambio de tecnología", apuntan desde Osram. De hecho, esta compañía, como las otras, cuenta con un gran catálogo de lámparas fluorescentes compactas o de bajo consumo y halógenas, las que se prevé que sustituyan a las bombillas incandescentes y que proporcionan, en términos medios, ahorros energéticos del 75%, en el primer caso, y del 25% al 50%, con respecto al viejo invento de Edison.

Para las compañías del sector, la iluminación más eficiente supone una oportunidad. Son elementos de iluminación más innovadores y, por tanto, más caros (entre dos y 10 euros en términos medios frente a los 60 céntimos de la bombilla). Pero también tienen una duración 10 veces mayor a las 1.000 horas de vida de la bombilla tradicional y reducen la factura eléctrica.

La Comisión Europea admite que unos 3.000 empleos de los 50.000 que hay en Europa en este ramo pueden estar en peligro porque las bombillas se fabrican aquí, mientras que sus sustitutas, las fluorescentes compactas suelen ser importadas y de países asiáticos como China.