José Luis Rodríguez Zapatero presumió ayer de no ser un hombre partidario de soluciones rotundas ante problemas complejos. Ante la insostenibilidad del sistema de pensiones, dijo que prefiere abrir un debate "sereno" en vez de imponerlo por decreto ley, una fórmula utilizada con asiduidad por José María Aznar en su última legislatura (2000-2004). "A quienes discrepan en referencia a los sindicatos les recordaré que este es un Gobierno que escucha, no es un Gobierno ni lo ha sido ni lo va a ser de decretazos", afirmó orgulloso pocas horas antes de las protestas.

Fuentes de la Moncloa matizaron que es imposible que la propuesta de elevar hasta los 67 la edad de jubilación se hiciera por decreto y recordaron que el Constitucional anuló la reforma laboral del 2002 que Aznar llevó a cabo por ese sistema. Zapatero insistió en que se ha sentido en la obligación de plantear esta reforma para asegurar el sistema de protección social para "dentro de 20 o 30 años". Y aseguró que ha dado órdenes a los representantes del Ejecutivo en la comisión sobre la crisis para que "agoten hasta el límite, hasta el final, el esfuerzo de diálogo".