La jornada alcista que vivió el pasado lunes la bolsa no es la norma de los últimos meses. Para evitar que las valoraciones tan bajas a las que están llegando un grupo de empresas del Ibex 35 consideradas estratégicas abrieran la puerta a que grandes multinacionales aprovecharan el momento para controlarlas, el Gobierno aprobó en marzo una legislación para evitar intentos hostiles de control. Desde entonces solo se ha producido una oferta pública de adquisición (opa), lo que los expertos imputan en gran medida a la anómala situación del mercado, aunque los valores de mayor capitalización han perdido un 25% de su valor hasta septiembre y los bancos, hasta el 70%.

Tras registrar su mejor sesión en diez años, con subidas del 8,57% de la mano de las buenas noticias sobre la vacuna de Pfizer, el Ibex ha alargado la fiesta alcista este martes y ha subido un 3,38%, hasta los 7.711 puntos. El selectivo ha vuelto a ser el mejor índice de Europa (el resto, salvo el Dax, también avanza, aunque de forma más moderada). Dentro del índice español han destacado las fortísimas alzas en Repsol (+12,05%), IAG (+6,54%) o los bancos (+9,60% en Bankia, CaixaBank o Santander). Todo esto, después de que Wall Street moderara ayer las ganancias tras tocar nuevos máximos históricos. Los principales índices cotizan con dudas lastrados por las caídas de las tecnológicas.

Los expertos de Danske Bank reconocen que la incertidumbre empieza a remitir. «El mercado está empezando a valorar un escenario en el que las restricciones impuestas por el Covid puedan ser levantadas en primavera y, lo que es más importante, la incertidumbre es ahora mucho menor. Todavía nos enfrentamos a restricciones durante todo el invierno y las cifras de infección podrían seguir aumentando, pero los mercados pueden ver ahora el final de la crisis y los estímulos deberían ser abundantes en 2021. Con todo, la ‘normalidad’ parece llegar antes de lo esperado. También podríamos ver otras noticias positivas sobre la vacuna en los próximos meses».

La política de protección de empresas estratégicas es similar a la que se da en Francia. Siempre es importante que el cerebro y control de determinadas compañías esté en casa cuando, en situaciones de crisis, se suele proteger más la actividad y empleo domésticos. Lo contrario es apostar por una concepción ultraliberal de la economía, como la británica, frente a unas dosis de economía social de mercado, al estilo alemán. Este caso es el más razonable en una situación de emergencia como la que afrontamos.