El movimiento de mujeres estadounidenses a favor de la igualdad y contra la violencia de género ha alcanzado cotas muy altas con la presidencia de Trump, un dirigente que es la máxima representación del machismo que impregna la sociedad. Por tercer año consecutivo, miles de mujeres se manifestaron en aquel país en defensa de sus derechos y para marcar lo que las organizadoras consideran los dos años de resistencia al magnate. La elección de Trump en el 2017 desencadenó la primera marcha multitudinaria de mujeres. El pasado año, fue el de la explosión del MeToo. Sin embargo, se llegó a la tercera manifestación con el movimiento dividido por unas acusaciones de antisemitismo.

Aquella ebullición registrada tras la elección de Trump ha dado frutos muy positivos que se han materializado este año en las elecciones de mitad de mandato, en las que resultaron elegidas al Congreso 131 mujeres, un número récord. Ahora es el momento de convertir en políticas aquel poder nacido en la calle y de seguir por aquel camino que tan buenos resultados dio, especialmente cuando faltan dos años para las presidenciales. Por ello, la división no es el mejor modo de perseguir y alcanzar unos objetivos que deben ser compartidos por todas las mujeres. Sería una lástima que la cohesión inicial se llegara a perder.