¿Nos jugamos en estas elecciones el ser o el no ser? Si hacemos caso a los mensajes del PP y de sus auxiliares mediáticos o sociales, el 9-M llega cargado de dramatismo y transcendencia. "Se decide el destino de una nación", anunciaba ayer desde las páginas de El Mundo Federico Jiménez Losantos, uno de los más destacados consejeros espirituales de la derecha. Y aún decía más: "Cuando una situación así se produce hay dos razones: o la nación está en guerra a vida o muerte o la nación está ya muerta". Muy fuerte. Aunque no es muy distinto de lo que vienen diciendo los principales candidatos conservadores y es una reflexión igual que las que ha venido haciendo José María Aznar en sus intervenciones. Al parecer, el resultado de los sondeos ha aconsejado al PP cargar más la mano.

No es fácil encontrar otra campaña electoral tan abundante como esta actual en acusaciones duras e indemostrables por parte de los dos principales partidos en liza. El expresidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz, insistió ayer en su tesis de que Zapatero volverá a negociar de nuevo con la banda terrorista. Por su parte, el candidato por Castellón de este mismo partido, Juan Costa, acusó al Gobierno de ocultar los datos mensuales del desempleo hasta después de la celebración de las elecciones (desde el Ministerio le recordaron que durante esta legislatura se ha impuesto la norma de facilitar siempre dichos datos en el segundo día hábil del mes, y de esa manera se hará también ahora). ¿Le traerá cuenta a la derecha toda esta presión y estas maniobras? Esa es la cuestión.