"Con tranquilidad, pero sin confiarse". Un portavoz socialista sintetiza con estas palabras el estado de ánimo con que el presidente del Gobierno y candidato del PSOE a la Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero, acudirá hoy a su segundo y último debate televisado con Mariano Rajoy.

El presidente dedicó la tarde de ayer a ultimar con su equipo de asesores la estrategia que seguirá en el cara a cara y que, según adelantaba el portavoz, no difiere esencialmente de la del pasado lunes, 25 de febrero. Como novedades, Zapatero introducirá en el debate nuevos datos "para no repetirse" y hará más énfasis en la importancia del voto, después de que el dirigente del PP Gabriel Elorriaga confesara al rotativo británico Financial Times que la estrategia de su partido de cara al 9-M pasa por fomentar la abstención.

El líder del PSOE dará un último repaso a sus argumentos en la mañana de hoy. Sabe que tiene el viento a su favor: las encuestas no solo le dieron como vencedor del primer debate, sino que los sondeos más recientes reflejan una tendencia cada vez mayor a la victoria socialista, aunque aún no está garantizada una mayoría "libre de hipotecas".

Los estrategas entienden que Zapatero ganó "de largo" el primer debate y que esa percepción se ha ido acrecentando con los días. También constatan que, de ese primer duelo, la opinión pública solo recuerda de Rajoy sus referencias al terrorismo y la inmigración, mientras que del presidente del Gobierno evocan un mayor registro de temas. Además, en ese cara a cara, Rajoy exhibió una imagen "agresiva" que ha contribuido al objetivo del PSOE de polarizar la campaña.

Los asesores socialistas calculan que, al abrir esta vez los turnos de intervención, Zapatero gozará de mayor margen para marcar el ritmo del debate. Los estrategas no dan importancia a que Rajoy disponga de la última palabra, porque estiman que contribuirá a dejar en el recuerdo la imagen "radical" del líder del PP.