Más allá del optimismo impostado, pose propagandística inherente a la política que adquiere su fase aguda en las campañas electorales, el PSOE albergaba el temor de que el debate entre Pedro Solbes y Manuel Pizarro en Antena 3 TV rindiera más beneficios al aspirante que al vicepresidente. Los socialistas confiaban ciegamente en los conocimientos económicos de su número dos por Madrid, pero no tanto en su capacidad para fajarse ante las cámaras con un rival tan correoso como el expresidente de Endesa. De ahí que el claro triunfo de Solbes haya infundido ánimos renovados al PSOE.

La ventaja de partida con que contaba Solbes, su aspecto bonachón y ese discurso profesoral que inspira confianza podría haber sido su talón de Aquiles, reconocen los socialistas. Si Pizarro hubiera acosado a Solbes, interrumpiendo sus a veces farragosas exposiciones, esa apacible imagen se hubiera podido desdibujar. Pero en general el debate fue de guante blanco, y el vicepresidente atajó las contadas digresiones populistas de Pizarro --sobre los pagos del Estado a "terroristas" o las obras en el piso oficial del ministro de Justicia-- invitándole a que prescindiera de la "demagogia".

Desde la óptica socialista, Solbes ganó el cara a cara porque Pizarro no presentó una alternativa creíble a la política económica del Gobierno. Y porque no convenció de que la desaceleración presagia una crisis de impredecibles consecuencias.

"PROPUESTAS DE FUTURO" El PP hizo ayer oídos sordos a los sondeos y presentó como claro vencedor a su candidato, que dijo haber presentado "propuestas de futuro" ante un oponente huérfano de "alternativas". Sin embargo, otros dirigentes del PP admiten en privado que Pizarro tenía la consigna de no ofrecer una imagen agresiva, y que por eso "le faltó pegada". José María Michavila certificó su derrota: "Para ser su primer debate, le ha salido muy bien".