No funcionó el llamamiento a las urnas como en la pasada cita. El hartazgo, la repetición, el cansancio, inevitablemente, se vio reflejado en las urnas. Fue una campaña rápida y el mensaje ya no calaba de la misma manera. No surtió efecto. Esta vez el descenso de participación afectó no solamente al PSOE, también a Ciudadanos y a Unidas Podemos; y benefició al PP y a Vox, la fuerza de ultraderecha. De este modo, Extremadura registró una bajada de cinco puntos con respecto a la cita electoral del pasado 28 de abril. Si aquel momento se logró un 74,17%, esta vez la cifra se quedó en el 69,12%.

No obstante, el dato sí estuvo por encima del registrado en el año 2016 (cuando también se repitió la votación ante la falta de Gobierno); en aquel momento el porcentaje se paró en el 68,63%.

Pero en el cómputo general, la comunidad se convirtió en la tercera con menor presencia en las colegios electorales de España (la primera fue Baleares y la segunda Castilla-La Mancha); y esta vez quedó por debajo de la media nacional, que fue del 69,87%.

En el conjunto del país, la participación también descendió, pero solo dos puntos con respecto a abril.

Volviendo a la región, fueron 602.434 los extremeños que eligieron papeleta en esta ocasión; mientas que la abstención subió al 30,88%, o lo que es lo mismo, cinco puntos más que el 28-A.

Desde los primeros datos ofrecidos, primero a las 14.00 horas y después a las 18.00, ya se presagiaba que la visita de los extremeños a las urnas iba a ser menor tanto en la provincia de Cáceres como en la de Badajoz. Una realidad que después solo hubo que confirmar.