La tensión entre el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz- Gallardón y la nueva presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, no baja ni un grado. Si el viernes el primer edil no intervino en la toma de posesión de Aguirre, a petición de ésta, ayer fue el gran ausente de la jura del nuevo Gobierno autonómico. La presidenta no invitó al acto al alcalde y predecesor en el cargo, según un comunicado del ayuntamiento.

La cohabitación entre dos dirigentes del mismo partido, el PP, en las instituciones madrileñas ha empezado con mal pie. El interés de Aguirre por distanciarse de la etapa de Gallardón se puso de relieve desde su investidura. La composición del nuevo Ejecutivo, con gran peso de personas vinculadas a Rodrigo Rato, ha sido otro capítulo de una larga serie de desavenencias.

Ruiz-Gallardón no acudió a la sede del Gobierno madrileño, en la céntrica Puerta del Sol, porque "nadie le invitó", según el ayuntamiento. "No se ha cursado ninguna invitación expresa para este acto", replicaron fuentes cercanas a Aguirre.

ACEBES Y PASTOR, PRESENTES En la toma de posesión de los 11 nuevos consejeros sí estuvieron los miembros del equipo saliente de Gallardón, que han estado en funciones en el ínterin de las dos elecciones madrileñas. Los ministros del Interior, Angel Acebes, y de Sanidad, Ana Pastor, arroparon a Aguirre.

El comunicado del alcalde señala que "nadie del equipo de la presidenta se ha dirigido al ayuntamiento para invitar al regidor". La presidencia autonómica aclaró que éste "siempre tendrá abiertas las puertas en la sede de la Comunidad de Madrid".

Gallardón se puso "a disposición" de Aguirre para "cuantos actos institucionales" se le requiera. En el ayuntamiento "no habrá lugar para el desencuentro con la Comunidad mientras Gallardón sea alcalde".

En el equipo de Gallardón existe la convicción de que Aguirre quiere "borrar" la etapa del primero al frente del Gobierno autonómico. Así se deja entrever en el comunicado del alcalde, cuando asegura que "jamás" habrá un "enfrentamiento con Esperanza", no sólo por responsabilidad institucional, sino por el "recuerdo de una memoria de los ocho años al frente del Gobierno autonómico".

Mariano Rajoy quitó importancia a las desavenencias porque, dijo, no le preocupan los "problemas de protocolo".