Alberto Ruiz-Gallardón es uno de los pocos dirigentes del PP que, por el momento, ha logrado mantenerse al margen del escándalo de corrupción que salpica a su formación política. Sin embargo, también anda escaso de optimismo, ya que acaba de presenciar en Copenhague cómo Brasil le robaba su sueño de convertir a Madrid en capital olímpica. Rajoy, que conoce al alcalde y sus reacciones (amagó con dejarlo todo cuando se le negó la posibilidad de ser diputado), puso esta vez la venda antes de la herida y, hace meses, le pidió públicamente que se volviera a presentar como candidato en el 2011, al margen de lo que ocurriera con Madrid 2016.

Gallardón entró al trapo y le dio un "sí" que, según reconoció el pasado domingo, mantiene. Lo que nadie en el PP duda a estas alturas es que, más allá de que sea el cabeza de lista a la alcaldía dentro de un par de años, su futuro político pasa por integrarse en el Gobierno de Mariano Rajoy --si, como vaticinan las encuestas, vence al PSOE en las generales-- o por intentar hacerse con las riendas del partido, si es que Rajoy cosecha su tercera derrota y se hace necesario buscarle un sucesor. De momento, Gallardón sigue fiel al líder, merced a ese pacto tácito que, para evitar el ascenso de Esperanza Aguirre, ambos firmaron, sin necesidad de rúbrica, el 10 de marzo del 2008.