Nuevo año, pero con preocupaciones parecidas a las del 2018. De hecho, la gasolina y el gasóleo seguirán al alza y en ocho autonomías se encarecerán de golpe por un cambio tributario, como otros servicios básicos como la electricidad, cuyo coste supera el alza del índice de precios de consumo (IPC) general, que cerró diciembre en una tasa anual del 1,2%.

Pero no todo son malas noticias. En enero no solo hay una cuesta, como era habitual. Con el inicio del 2019, el salario mínimo interprofesional (SMI) registra la mayor subida porcentual de la democracia, hasta situarse en 900 euros, un alza del 22%; y las pensiones suben en general el 1,6%, y las prestaciones mínimas y no contributivas, el 3%.

Pero ¿bastará el incremento salarial que beneficia a entre 1,3 y 2,5 millones de trabajadores y el de más de 10 millones de prestaciones públicas para cubrir el alza de servicios básicos como la luz? Y no digamos la compra de una vivienda y, especialmente, el alquiler, que se ha desbocado en urbes como Madrid y Barcelona.

A pesar de que, tras un periodo de depresión, en el tercer trimestre del 2018, el coste salarial (que comprende todas las remuneraciones, tanto en metálico como en especie, que reciben los asalariados) subió el 1,9% respecto al mismo periodo del año anterior -el mayor incremento registrado desde el cuarto trimestre del 2013-, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), no parece que sea suficiente.

Si se excluye la parte variable de los salarios, como los pagos extraordinarios y los atrasos, se obtiene el coste salarial ordinario, que en el tercer trimestre del año avanzó el 1,2%, hasta los 1.670,35 euros. En todo caso, la retribución más común se sitúa en torno a unos 1.250 euros, en base a los datos que arrojan la Contabilidad Nacional y el Ministerio de Trabajo, con unos gastos mensuales medios por hogar, que puede estar formado por uno o más componentes y no todos perceptores de ingresos, de más de 2.400 euros, a tenor de lo que refleja la encuesta de presupuestos familiares del INE.

PRECIOS Y SALARIOS / Desde el 2008, los precios han subido el doble que los salarios, por lo que es difícil que estos ganen poder adquisitivo en un solo ejercicio. No es de extrañar que las retribuciones de los asalariados hayan caído a los niveles de hace 30 años en su peso en el conjunto de la economía, en relación a los beneficios empresariales y las rentas del capital. Y, además, la precarización del mercado laboral ha hecho que los salarios brutos de quienes se incorporan por primera vez a un puesto de trabajo estén por debajo de las pensiones medias.

Del conjunto de gastos de los hogares, los más elevados corresponden a la vivienda y los servicios relacionados, como la electricidad, que suman más de 700 euros mensuales, seguidos de la alimentación, con más de 340 euros, y los transportes, con unos 300 euros.

Según el índice de precios de consumo (IPC) de noviembre, el último con resultados detallados por clases y subclases de productos y servicios, el aumento interanual de productos básicos de la cesta de la compra fue dispar, con el pan, por ejemplo, con un alza del 1,3% de noviembre, y la carne de ave, con el 1,5%. Destacan los huevos, con un aumento del 3,1%, y un producto de mucho consumo como las patatas, con el 14,4%. El gasóleo y la gasolina sobresalen con alzas interanuales del 9,7% y el 5,1%, respectivamente, por encima de la evolución de los precios.

Y las perspectivas son de mayor encarecimiento de los combustibles por el aumento previsto en la fiscalidad del gasóleo y porque los países de la OPEP, el cártel de exportadores y otros productores acordaron retirar del mercado 1,2 millones de barriles diarios, aunque también contribuirá al encarecimiento. Pero el precio sube de golpe por una medida de las cuentas del 2018 elaboradas aún por el Gobierno del PP en: Extremadura, Aragón, Madrid, Cantabria, Euskadi, La Rioja, Navarra y Castilla y León.