Ha costado años de espera, pero los arqueólogos tomaron ayer por fin el paraje de Fuente Grande en Alfácar (Granada) para comenzar a exhumar una de las fosas más emblemáticas de la guerra civil, la que supuestamente contiene los restos del poeta Federico García Lorca. Las labores apenas despertaron la curiosidad de los paseantes, aunque no faltaron familiares de otros fusilados que sospechan que sus antepasados se encuentran también allí y acudieron a informarse sobre la fórmula para poder reclamarlos.

A primera hora de la mañana, tres arqueólogos y dos ayudantes accedieron al recinto vallado para desbrozar y cuadricular los cuatro primeros puntos susceptibles de ocultar restos humanos de los seis delimitados con los georradares. Cada fosa se excavará manualmente con pico y pala hasta dar con algún resto, desde un hueso a un botón o cualquier otra pieza que sugiera la presencia de un cuerpo.

Los primeros hallazgos no se conocerán hasta dentro de un mes y medio. Los huesos serán individualizados y el análisis del ADN permitirá identificar los cuerpos reclamados: los del banderillero Francisco Galadí, el inspector Fermín Roldán y el restaurador Miguel Cobo. En el caso del otro banderillero, Joaquín Arcollas, solo se hará un estudio antropológico, siempre que el estado de conservación de los huesos lo permita, ya que carece de descendencia. Quedarán, pues, sin nombrar al menos dos cuerpos, que bien podrían ser los de García Lorca y el maestro Dióscoro Galindo y que permanecerán en el parque.

Por mucho que la Junta de Andalucía y la asociación de memoria histórica digan que esta "es una fosa más" y que no buscan al poeta (la familia ha pedido que no se le identifique), a nadie se le escapa que toda la parafernalia montada en la entrada del Parque García Lorca responde al interés que suscita el poeta. Solo así se explica la presencia de una empresa de fotos aéreas, contratada por algunos medios de comunicación, que elevaba un zepelín con una cámara de vídeo adosada para captar la escasa brecha de terreno que la carpa dejaba al descubierto.

Apenas se acercaron al lugar tres o cuatro ancianos, que recordaban que la zona, antiguamente una huerta de pimientos, está plagada de fosas.

EL HIJO DEL FUSILADO Junto a ellos estaba Manuel Jiménez, cuyo padre fue fusilado el mismo día en que Lorca fue detenido y que, según le contaron en 1936, fue enterrado también en alguna de las fosas donde ahora está el parque. "Su hermano era comunista, y mi padre, Antonio, le ayudó a escapar. Supongo que como no pudieron dar con mi tío fueron a por él, que era apolítico --explica--, y le detuvieron una mañana cuando recogía los periódicos para empezar a repartirlos". "He venido a dar los datos por si acaso aparece algo y pudiera localizar sus restos", comentó Jiménez.