El debate sobre la inminente guerra contra Irak monopolizó la reunión del viernes del Consejo de Ministros. A puerta cerrada, José María Aznar se confesó preocupado por la masiva oposición de la sociedad española a una acción militar que él cree poco menos que inevitable. Según fuentes gubernamentales, el presidente instó a los ministros a movilizarse para paliar el rechazo social a la guerra y, de paso, mitigar el previsible desgaste del Ejecutivo por su apoyo a la línea bélica de EEUU.

Como ya sucediera en la huelga general del pasado junio y en la crisis del Prestige, el conflicto de Irak ha abierto una nueva brecha entre el Gobierno y el electorado. Todas las encuestas revelan que la opinión pública española es una de las más reacias del mundo al conflicto militar, rechazado por tres de cada cuatro españoles incluso si contara con el respaldo de las Naciones Unidas. La gala de los premios Goya, que el sábado retransmitió en directo TVE, se convirtió en un privilegiado escaparate del clamor por la paz.

LA AMENAZA TERRORISTA

Sondeos en la mano, y aprovechando la reunión del Consejo de Ministros, el pasado viernes Aznar aleccionó al Gobierno sobre cómo combatir su actual divorcio con la opinión pública. El presidente justificó el apoyo español a la guerra invocando razones jurídicas y políticas. Entre las primeras resaltó que el régimen de Sadam Husein lleva una década violando las resoluciones de la ONU, que le obligan a despojarse de su armamento de destrucción masiva. Entre las segundas, el compromiso de España en la lucha antiterrorista, también en el orden internacional.

El temor a que Irak facilite armas nucleares o químicas a la organización terrorista Al Qaeda es uno de los riesgos que con más ahínco esgrimirá el Gobierno para defender su apoyo a la campaña militar del presidente de EEUU, George Bush. Aznar pidió a sus ministros que procuren concienciar a la ciudadanía de que atacar a Irak es una forma de preservar la paz frente a la amenaza terrorista, sobre todo tras los atentados del 11-S. Para el presidente, el fenómeno de ETA hace que este razonamiento pueda calar más en los españoles que cualquier análisis sobre el futuro de Oriente Próximo.

Reconoció Aznar que en ocasiones el discurso del Gobierno ha adquirido unos tintes excesivamente belicistas de los que en adelante, advirtió, habrá que huir. De ahí su insistencia en que los ministros proclamen que el Ejecutivo está trabajando por la paz, pero que ésta sólo será posible si Irak se desarma por voluntad propia o si la comunidad internacional le fuerza a hacerlo.

Otro de los ejes de la nueva estrategia gubernamental es presionar al PSOE acusándolo de oportunista por rechazar el ataque contra Irak por interés electoral. Los ministros tienen la consigna de evocar el apoyo socialista a la anterior guerra del Golfo en la confianza de poder aislar al PSOE si, finalmente, el Consejo de Seguridad de la ONU avala el operativo militar.