Un año sin atentados, sin kale borroka y con la izquierda aberzale buscando la forma de convencer a ETA de que declare el fin definitivo de la violencia han relajado a los ciudadanos vascos. Al menos así lo revelaba el Euskobarómetro de mayo, cuyos datos se conocieron hace ahora un mes y en el que solo el 2% de los habitantes de Euskadi consideran ya el terrorismo como un problema importante. El dato, que marca el mínimo histórico, muestra la capacidad de los seres humanos para perder el miedo y acostumbrarse a la tranquilidad, pero también que se ha extendido el convencimiento de que la banda se acerca a una fase terminal.

Pese a lo arriesgado de una afirmación como esta referida a una organización terrorista que puede desmentirla en cualquier momento con un atentado, cada vez son más los expertos que opinan que el fin de ETA está próximo, gracias al acoso policial que ha logrado descabezarla en cinco ocasiones en los últimos meses. Que no haya actuado en un año sería un síntoma de su debilidad, como lo es el hecho de que varias decenas de presos, que algunas fuentes cifran ya en un centenar --algunos de ellos importantes dirigentes en el pasado--, se estén acogiendo a beneficios penitenciarios, rompiendo el férreo control que la banda mantiene en las cárceles y firmando cartas en las que se desligan de ETA, piden perdón a las víctimas y se comprometen a pagar las indemnizaciones a las que han sido condenados.

SITUACION INEDITA Es una situación inédita y que se acompaña de otro hecho nuevo: los presos que están saliendo a trabajar o estudiar fuera de prisión no son recibidos con hostilidad en los círculos aberzales. Entre quienes han firmado la carta se encuentran veteranos dirigentes etarras como José Luis Alvarez Santacristina, alias Txelis, Kepa Pikabea y, más recientemente, Idoia López Riaño, la Tigresa. Esta última ha sido trasladada a la prisión de Nanclares de la Oca, en Alava, pero no goza, de momento, de ningún otro beneficio penitenciario. El desmarque de todos ellos de ETA es significativo, y un ejemplo de que la banda ya no puede ni controlar a sus presos.

De hecho, hay quien piensa que es esa debilidad la que ha conducido a la incomunicación que, al parecer, se está dando entre la dirección de ETA y la izquierda aberzale. Los líderes de Batasuna, que dicen estar ya en condiciones de arrebatar al brazo armado el control del autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV), llevan meses esperando una declaración de cese definitivo de la violencia que dé paso a una solución del conflicto por vías políticas y que les permita también presentarse a las elecciones. De hecho, los dirigentes aberzales esperaban esa declaración para junio, y ahora confían en que se produzca al final del verano.

El proceso de autonomía de Batasuna respecto de los dictados de ETA comienza con la ruptura de la tregua del 2006. Con el atentado de la T-4, los etarras destruyeron todas las expectativas. Arnaldo Otegi, Rafa Díez Usabiaga y otros dirigentes de Batasuna iniciaron entonces una reflexión que desembocó en la declaración de Alsasua, en noviembre del 2009, que a su vez abrió el debate en las bases que se plasmó en el documento Zutik Euskal Herria del pasado febrero. En él se aboga por la vía política, pero no se incluye ni una condena ni un desmarque de ETA. Algunas fuentes consideran que la banda no participó en ese debate interno porque no fue capaz de hacer llegar sus textos a Batasuna.

Con esa declaración, Batasuna inició un proceso de "pasos cortos" dirigido a lograr el fin de ETA, o a distanciarse de ella si no lo consigue. Pero hasta ahora todas sus declaraciones se han quedado a medio camino. Incluso cuando en junio se consolidó la alianza entre Batasuna y Eusko Alkartasuna (EA). Ni fin de ETA ni distanciamiento. Por eso, el Gobierno es escéptico sobre las intenciones de los radicales.

AVANCES EN EL DISCURSO Pero sí se han producido en estos meses algunos avances en el discurso. El más evidente es el documento leído en Pamplona el 24 de abril por Rufi Etxeberría, que ha ocupado el papel del encarcelado Arnaldo Otegi, en el que por primera vez se reprocha a ETA la ruptura de la tregua y se afirma que las acciones armadas bloquean la apuesta política. En ese acto, Batasuna pidió a ETA que cumpla la declaración de Bruselas, en la que se le exige "un alto el fuego permanente e incondicional, controlado por un organismo internacional independiente". Hasta el momento, ETA solo ha dado la callada por respuesta.