El líder del PP, Mariano Rajoy, calificó ayer de "anécdota" la imagen del expresidente del Gobierno José María Aznar con el dedo corazón de su mano izquierda extendido en señal de grosero desafío hacia un grupo de estudiantes que le increpaban en la Universidad de Oviedo. La "anécdota" del dedo de Aznar ocupó un lugar preferente en las portadas de buena parte de los diarios que se publican en España y trascendió a la prensa internacional. Rajoy no quiso comentarla y se limitó a apuntar que a Aznar "se le conocerá por lo que hizo cuando estaba en el Gobierno". No la justificó, como sí hicieron algunos dirigentes de su partido. La procesión iba por dentro. Rajoy entendió desde el primer momento que el gesto de su antecesor en el cargo había vuelto a comprometer el sello de seriedad y moderación que él trata de imprimir al PP. No es la primera vez que pasa.

Desde que abandonó la presidencia del Gobierno en marzo del 2004, José María Aznar López se ha distinguido por mantener un fuego de ataque continuo contra su sucesor (actitud muy alejada del distanciamiento de la política activa por el que optó Felipe González tras pasarle el testigo en 1996 e inconcebible en países como EEUU) y por protagonizar escenas chocantes que, si bien encajan con el talante jactancioso y retador que exhibió en su última etapa al frente del Ejecutivo, se avienen mal con el papel institucional que se le supone a un expresidente.

Chispeante discurso

Además de los exabruptos más o menos altisonantes con que ha calificado la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero (al que el jueves llamó "pirómano"), Aznar ha contribuido en los último años al éxito de YouTube con episodios como el chispeante (o achispado) discurso que en mayo del 2007 pronunció en la Academia del Vino de Castilla y León, en el que arremetió contra los límites de velocidad y de alcoholemia en las carreteras. "Las copas de vino que me tomo, déjeme que las tome tranquilamente, que no pongo en riesgo a nadie". afirmó aludiendo a la Dirección General de Tráfico.

Han sido escenas como estas las que han convertido a Aznar en un personaje mediático al que siguen las cámaras esperando no tanto que exprese alguna idea interesante como un buen momento televisivo. A la manera de Silvio Berlusconi, Aznar ha pasado a ser un dirigente valorado por su capacidad para ser inapropiado.

Ese paralelismo con el primer ministro italiano no ha pasado inadvertido a algunos de los políticos que ayer opinaron sobre la peineta que el expresidente dedicó a los universitarios. El secretario general de ICV, Joan Herrera, dijo que con su gesto "arrogante y prepotente", Aznar "se homologa a otros altos dirigentes del planeta como Silvio Berlusconi, que también es capaz de hacer estas cosas". También el exdiputado de IU Antonio Romero tildó la acción de "berlusconada".

Por parte del Gobierno, la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, apuntó que la escena "no ayuda mucho a mantener la idea de respeto" y, más afilado, el vicepresidente tercero, Manuel Chaves, señaló que el gesto "obsceno y grosero" del dedo corazón refleja "una actitud política y humana un tanto deleznable". Pero más que las críticas, a los dirigentes del PP les debió doler la ocasión que Aznar brindó a Zapatero para que este subrayara su condición de hombre de Estado cuando durante su visita a Londres fue interrogado sobre este asunto. "Fuera de España --declaró-- no voy a decir nada de un expresidente del Gobierno y, seguramente, en España, tampoco, a pesar de sus permanentes manifestaciones".