Francisco Alvarez-Cascos respondió ayer con una durísima carta de despedida a la decisión de la dirección nacional del PP de no respaldarle como candidato a la presidencia de Asturias en las elecciones autonómicas del próximo 22 de mayo. El exnúmero dos de José María Aznar ha decidido darse de baja del partido a la vista de que, en su opinión, la cúpula ha sido cómplice de los "menosprecios, descalificaciones e insultos" de los que ha sido objeto en los últimos meses simplemente por el hecho de haber anunciado su voluntad de ser el cabeza de lista de los conservadores por su comunidad.

"Galáctico", "sexagenario" y "terrorista callejero" son tres de los calificativos que el propio Alvarez-Cascos recoge en su misiva y que ilustran, a su entender, la miseria de la campaña de acoso a la que ha sido sometido por los dirigentes regionales del PP. "Todo ello no hubiera sido posible sin el consentimiento expreso, cuando no la complicidad, de la dirección nacional", afirma en alusión directa a Mariano Rajoy.

El 30 de diciembre, el PP decidió poner punto final al debate asturiano. El respaldo de Esperanza Aguirre, Manuel Fraga y el propio Aznar, entre otros, no fue suficiente para que Alvarez-Cascos fuera elegido candidato. Tal vez incluso ese apoyo fue, a la hora de la verdad, determinante para que el PP se decantara por una alternativa con menos tirón electoral en las urnas, Isabel Pérez-Espinosa, pero también menos díscola con la actual dirección nacional del partido. Ayer, el perdedor de esa disputa interna se tomó su venganza en forma de carta.

EXILIO EN MADRID "Dejo el partido después de 34 años de militancia ininterrumpida por razones de dignidad personal", afirma Alvarez-Cascos. Considera que, "cobijados bajo el membrete oficial del PP de Asturias", han sido muchos los dirigentes regionales que "impunemente" le han insultado. El exvicepresidente del Gobierno da de paso una versión propia del modo en el que ha planteado durante los últimos meses el pulso por volver a la primera línea de la política. "Hace seis meses me exilié voluntariamente en la organización del PP en Madrid", afirma. Da así por natural el hecho de que se pusiera bajo el paraguas protector de Aguirre, archienemiga de Rajoy, para preparar el asalto a Asturias con una estrategia que no ha rehuido el choque con la cúpula del partido. No solo la ha bombardeado con recogidas de firmas que solicitaban su regreso triunfal al ruedo político, sino que además llegó a mover los hilos para que el PP de Asturias celebrara un congreso extraordinario que, previsiblemente, habría sido lo suficientemente movido como para poner en un aprieto a Rajoy.

SIN GARANTIAS Al final, la candidata a presidenta de Asturias será Pérez-Espinosa. Le ofrece al partido algo que, al parecer, el exministro no se había mostrado dispuesto a garantizar: continuidad al frente del grupo parlamentario incluso en el caso de una derrota. Al menos así se consideró en la reunión que el 30 de diciembre celebró en Madrid el comité electoral nacional del PP.

De hecho, las opciones de los conservadores de gobernar en Asturias pasan inevitablemente por obtener la mayoría absoluta. Una hipótesis que, por el momento, las encuestas electorales no pronostican a los populares ni siquiera con Alvarez-Cascos como cabeza de lista, bien al contrario de lo que sucede en otras comunidades autónomas dirigidas por los socialistas como, por ejemplo, Aragón.

Con su adiós a la militancia del PP, el exvicepresidente pone fin al sueño de seguir los pasos de Fraga y gobernar su tierra natal en la última etapa política.