El proyecto de cuentas del Estado para el 2009 tiene ante sí el difícil reto de capear un frenazo económico español y una crisis financiera internacional que, para muchos, puede ser la más grave desde la Gran Depresión de 1929. Si, como prevé el Gobierno, la crisis toca fondo en el 2009, para empezar a repuntar el año siguiente, estos presupuestos pasarán a la historia como los más tristes, aunque hay quien augura que las dificultades van para largo.

De momento, estos presupuestos son los que prevén el menor aumento del gasto público de los últimos años; para responder con austeridad a una caída inédita de los ingresos tributarios, sin que ello evite un déficit público que, ya en el 2008, acabará con las alegrías de los superávits de los últimos años. Según los cálculos del Ejecutivo, el déficit público llegará al 1,5% del producto interior bruto (PIB) este año y al 1,9% el que viene. La Seguridad Social presentará un superávit del 0,8% del PIB, que permitirá elevar el fondo de reserva de pensiones a 65.000 millones.

El vicepresidente Pedro Solbes expresó ayer su certeza de que estos son "los mejores presupuestos posibles para hacer frente a un momento como el actual". Porque, según explicó, conceden prioridad al gasto social (cuyo peso crece hasta el 52,3% del total) "para proteger a los ciudadanos que están en una situación más desfavorecida ante la crisis: desempleados, pensionistas y personas en situación de dependencia". Pero también se priman las políticas productivas, como la inversión en infraestructuras, el gasto en I+D+i o las políticas de vivienda.

"Suavizar" la crisis

Pero ello no evitará que la crisis tenga "un coste inequívoco en términos de crecimiento y empleo", admitió ayer Solbes. Según el ministro, las medidas económicas pueden actuar para "suavizar" el impacto de la crisis sobre los ciudadanos y las empresas, pero hay que ser realistas y "aceptar que las medidas solo podrán mitigar, pero en ningún caso eliminar, los costes que conlleve la crisis". Desde la óptica del PP, estos presupuestos, lejos de encarar la crisis, la agravarán, y por eso defienden una rebaja de impuestos para ciudadanos y empresas.

Sea como sea, el mayor coste de la crisis será para el empleo. El proyecto de presupuestos asume que la tasa de paro pasará del 10,5% del 2008 al 12,5% en el 2009, lo que supone que habrá 500.000 parados más en un año (un millón más en dos años) y que se destruirán 99.400 empleos. De ahí que se haya previsto un aumento del 24,4% para la partida del seguro de desempleo, que llegará a 19.292 millones (o más, si es preciso).

Las cuentas del Estado se apoyan sobre la estimación de que la economía española crecerá en el 2008 en torno al 1,6%, y que en el 2009 lo hará el 1%. Solbes admitió ayer riesgos a la baja sobre unas previsiones que fueron formuladas en julio, antes del intenso empeoramiento de las últimas semanas. Pero el vicepresidente juzgó "poco útil y desaconsejable" rebajar las previsiones ahora, cuando la incertidumbre sigue estando en máximos. De hecho, el Gobierno ya no se atreve a descartar el riesgo de recesión (dos trimestres consecutivos con tasas negativas de variación) que muchos analistas ven ya en esta segunda mitad del 2008.

También se nota que es un presupuesto de crisis porque, para el 2009, se mantienen las rebajas fiscales que en el 2008 han permitido un ahorro de 21.000 millones a los contribuyentes. Aquí se incluye la deducción de los 400 euros para pensionistas, autónomos y pensionistas, o el cheque bebé .

Además, elevará la deuda pública para financiar el déficit y el fondo de adquisición de activos financieros que ha creado el Gobierno para inyectar hasta 50.000 millones a las entidades de crédito. También aumentará el tope de avales públicos, para prestar la garantía del Estado a bancos y cajas.