ETA perpetró ayer su primer atentado desde el fin del alto el fuego. Tras varios intentos frustrados por la policía, los terroristas colocaron una furgoneta cargada con casi 100 kilos de explosivo junto a la casa cuartel de la Guardia Civil en Durango (Vizcaya). Dos agentes en labores de vigilancia resultaron heridos leves, aunque a las pocas horas fueron dados de alta. Indicios posteriores de la investigación, que lleva Baltasar Garzón, apuntaron hacia la existencia de infraestructura etarra en Vizcaya y Portugal.

La explosión se produjo a las 3.30 horas. Los agentes que vigilan el cuartel observaron, a través de las cámaras de seguridad, una furgoneta que maniobraba en la carretera para aparcar marcha atrás, orientado al edificio.

Los vigilantes comprobaron que un individuo con una gorra calada abandonaba corriendo el vehículo. Al parecer, olvidó activar un temporizador para detonar la carga y tuvo que regresar de nuevo y manipularlo. Mientras, el otro turismo daba la vuelta para recogerle y marchar en dirección Durango. Ese segundo coche fue explosionado una hora más tarde en un aparcamiento de Amorebieta (Vizcaya) para dificultar la investigación policial. La furgoneta fue robada en Mungia (Vizcaya) hace dos días; el coche había sido alquilado en Lisboa hace varios meses.