En Podemos le llaman 'Eche' y su recorrido en la fuerza morada es el más fascinante de todos los dirigentes, porque ha tenido la habilidad de transitar por diferentes almas del partido sin contaminarse, hasta llegar a ocupar un espacio de neutralidad que le ha granjeado el respeto y la admiración a tres bandas.

Pablo Echenique (Argentina, 1978) está en Podemos desde el principio, cuando un puñado de jóvenes decidió sacudir la hipótesis populista de Ernesto Laclau, aterrizarla en un partido político y presentarse a las elecciones europeas de mayo de 2014.Contra todo pronóstico, consiguieron cinco escaños en Bruselas y el científico del CSIC dejó su carrera para convertirse en europarlamentario. Fue allí donde Echenique viró hacia los planteamientos próximos a Izquierda Anticapitalista (IA) que defiende Teresa Rodríguez, entonces compañera del Parlamento Europeo y ahora líder en Andalucía. Esa mutación de 'Eche' hacia la corriente crítica cristalizó pocos meses después, en la asamblea fundacional de Vistalegre, en octubre, en la que Podemos se construyó como partido. Entonces, el aragonés, Rodríguez y otras voces de IA votaron en contra de la estructura orgánica propuesta por el equipo fundador, con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón a la cabeza. Buscaban una fórmula menos vertical y más asamblearia, pedían una mayor participación de las bases, pero su planteamiento fracasó arrollado por una estrepitosa mayoría de la tesis del 'núcleo irradiador'.

Sus críticas a los oficialistas se hicieron cada vez más visibles y su alineamiento con los 'anticapis', como les llaman desde la sede enMadrid, llegó a resultar incómodas a los dirigentes de la cúpula podemista. Tanto es así que cuando llegó el momento de construir el partido territorialmente y se presentó a las primarias en Aragón,Iglesias hizo campaña a favor de otra candidata, Violeta Barba. Aún así, Echenique se impuso, ganó la secretaría general en su tierra y dejó el Parlamento Europeo.

VIRAJE HACIA EL OFICIALISMO

Tras conseguir el poder territorial y varios encontronazos con la dirección, el científico fue distanciándose de IA y acercándose paulatinamente a la dirección estatal de Podemos. El problema es que ese núcleo empezaba entonces a fracturarse con el distanciamiento cada vez más evidente entre Iglesias, que se rodeó de un grupo de estrechos colaboradores, y Errejón, que fue tejiendo su propio equipo. Para cuando el aragonés logró sintonía con los oficialistas, tuvo que navegar en un río revuelto. Y, a tenor de lo que con toda probabilidad sucederá este sábado, aprovechó cada racha de viento a favor.

Salvo imponderables, el consejo ciudadano estatal lo confirmará como nuevo secretario de organización, en sustitución del destituido Sergio Pascual. Los errejonistas continúan sin aceptar el cese de su dirigente, pero asumen que el perfil de Echenique es idóneo en un contexto de pugna interna y, conceden, puede contribuir a calmar las heridas abiertas en las últimas semanas. No a cerrarlas, porque continúa habiendo discrepancias graves en la estrategia y la identidad que debe tener el "nuevo Podemos", peroopinan que actuará como bálsamo. Errejonistas, pablistas y 'anticapis' le respetan, le admiran y sienten simpatía por un hombre que, además de enorme inteligencia política, despliega una ironía capaz de tumbar murallas. En buena parte de sus bromas hace referencia a las limitaciones que le provoca desplazarse en silla de ruedas.

EL NUEVO PARTIDO

Él ya ha dicho que tiene la intención de ejercer su labor desde Zaragoza, como ejemplo de lo que quiere para la organización: una fórmula más descentralizada en la que los territorios tengan más poder y la dirección esté más en contacto con las bases. ¿En qué se traducirá este planteamiento? Echenique lo desarrollará en un documento ante los dirigentes podemistas en el cónclave de este sábado.

Mientras, Errejón y sus referentes más cercanos se han afanado en subrayar estos días que lo que defiende Echenique ya lo habían propuesto ellos. Y es cierto en lo esencial. El número dos del partido ya propuso en la universidad de verano abandonar el partido construido como 'máquina electoral' para pasar a ser un movimiento populista más irradiado. En la esencia, no hay discrepancias sobre la necesidad de que haya un nuevo Podemos. En la práctica, dependerá de cómo Echenique concreta, en la letra pequeña, cómo se traduce esa idea en la estructura orgánica del partido y en quienes están al frente de las responsabilidades.