ERC está a la espera. No se sienten en absoluto corresponsables de las subidas de la extrema derecha. Es más, culpan de ello a un Pedro Sánchez que, como resume una voz del partido, «jugó con la demoscopia, pensando que se iba a hacer con el electorado de Cs y ahora se encuentra con un escenario mucho peor que el de septiembre. Mucho más débil. Y con nosotros que le hemos perdido toda confianza tras adoptar en campaña el mismo discurso de la derecha dura». En dos meses todo ha cambiado. Y lo que en julio era una abstención, ahora es una espera por ver si Sánchez «se mueve o no». Si no lo hace, ERC no arrimará el hombro. «Quien más tiene que perder es Sánchez y el PSOE», reiteran.

La resaca de esa abstención, que al final fue baladí, porque Podemos y el PSOE se mantuvieron en sus trece, sigue pesando en ERC. Incluso algunos de aquellos que, por pura estrategia, abogaron por el apoyo a Sánchez antes del verano, exigen ahora al presidente en funciones que dé la vuelta a su discurso, que se enmiende. Y que ofrezca algo sustantivo, no gestos a la galería.

Tras la reunión de la permanente del partido, la portavoz, y colíder intramuros del partido, Marta Vilalta, elevó incluso el tono con respecto a la semana pasada. Si hace unos días se exigía diálogo, ayer Vilalta ya puso encima del tapete la «negociación». En concreto, una «entre iguales, sin restricciones, con un calendario definido y con medidas concretas que permitan garantizar el cumplimiento de lo que se pacte».

El horizonte electoral catalán, seriamente comprometido por la sentencia del juicio celebrado ayer a Quim Torra, afecta a la táctica republicana. Así, ante la perspectiva de ser los únicos que puedan promover la investidura de un presidente del Gobierno que hace apenas 10 días dirigió sus baterías contra la escuela, los medios públicos y la tipificación de delito a los referéndum que se celebren sin el plácet del Gobierno, ERC intenta blindarse para evitar que ello se convierta en material arrojadizo en la futura campaña.

Poco antes, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, había apelado a la «responsabilidad» y «madurez» del independentismo. «Toca que todos, también los independentistas, pongamos por delante España».