En condiciones normales, el congreso de un partido catalán en un año en que hubiera ganado dos elecciones generales y unas municipales, incluyendo Barcelona, debería ser algo parecido a lo que se vivía en Sofía, en los viejos tiempos, con el partico comunista búlgaro. Algo de eso hubo, a nivel orgánico, pero en el trasfondo de las seis horas de cónclave se percibió cierta inquietud. De fondo, claro está, en cada palabra que uno de los líderes republicanos pronunciaba se hallaba la posible investidura de Pedro Sánchez.

Y una de las voces que con mayor claridad se escuchó fue la de la secretaria general, Marta Rovira, desde Ginebra. Rovira, alejada del ruido mediático del día a día, quiso aportar una visión más estratégica del paquete que componen la negociación de la investidura (lo que se podría llamar la fase 1) de la que, si se da, realizarán los gobiernos, una vez Pedro Sánchez sea investido presidente (fase 2).

La secretaria general apuntó que no es posible el «diálogo honesto y responsable sin desbrozar el camino de la represión». Y fue más allá al aseverar que esa negociación «no es posible sin una amnistía». Dicho de otro modo, y partiendo de premisas públicas de los republicanos, si la negociación de la investidura, entre partidos, solo llegará hasta la definición de la mesa de diálogo entre gobiernos, Rovira marcó ya el terreno de esa negociación de Fase 2.

¿Quiere eso decir que la fase 1 está ya completada? En los pasillos hubo cargos de ERC que se atrevieron, incluso, a calendarizar la investidura. Pero al mismo tiempo, otros señalaron que «no hay aun ninguna concreción» que permita pensar que el ungimiento de Sánchez tendrá lugar tan a corto plazo. Dicho en román paladino, la propuesta del PSOE sobre la mesa negociadora no ha llegado aún a ERC.

¿Desconfía ERC del PSOE? Desconfía ERC del PSOE. «Nadie nos puede pedir que volvamos atrás y que confiemos en que esta inercia represiva ha cambiado. Hay desconfianza», fue el juicio de la propia Rovira.

También el líder extramuros de ERC, Pere Aragonès, abundó en lo expuesto por Rovira. «La nueva etapa política», algo a lo que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha aludido recientemente, «solo puede dar inicio si la política desplaza a la represión» dijo Aragonès en la lengua vehicular del partido, en catalán, para cerrar con un enfático «¿se entiende?», en castellano. La lengua del receptor del mensaje, es decir, el propio Sánchez.

Además, Aragonès, amparado «por las victorias de ERC» en este 2019, ofreció su partido al independentismo como buque «rompehielos» ante un Estado que, hasta el 10-N, se mostraba como un «muro» impenetrable, en cuanto a la posibilidad de sentarse a una mesa a negociar algo que, por entonces, ni tan solo reconocían, el «conflicto político». Dicho de otro modo, presentó a ERC como la viga maestra del secesionismo.

En cuanto a la actividad congresual, cabe destacar que el partido renovó sus votos por el llamado junquerismo, esto es, la búsqueda de la ampliación de la base independentista a través de su partido. Las referencias a «todos» los catalanes fueron continuas, empezando por las formuladas por el propio Junqueras.

En un mensaje de audio grabado en el centro penitenciario de Lledoners, el líder del partido subrayó que «la independencia es inevitable». Y lo es, sentenció, «porque la república catalana es el único proyecto capaz de mejorar la vida de todos los catalanes, sin excepciones».

Hubo, también, dardos a los adversarios. Especialmente contra el espacio posconvergente y muy a la republicana, muy sutiles. Aragonès lamentó que su fuerza hubiera recibido ataques «desde muy cerca», en alusión al linchamiento habitual que en las redes sociales reciben de los sectores más híperventilados.

Rovira apuntó que «solo generando consensos se podrá avanzar», pero que esos grandes acuerdos no deben de significar «ni competir ni uniformizar», en velada alusicón a los reiterados intentos de que cuaje una especie de lista única ERC-JxCat eterna. Y, al poco, cargó contra los «oportunistas que aprovechan «los contextos políticos sumar cuatro votos más» en presumible referencia a la campaña antipacto con el PSOE.

Con todo, la referencia más visual se produjo en el vídeo que acompañó las palabras de Junqueras. Cuando su voz aseveraba que el republicanismo ha desplazado «al viejo autonomismo a una página superada de la historia», la imagen en pantalla fue la de Jordi Pujol, Miquel Roca y Aznar encajando manos en el Hotel Majestic. David Bonvehí y Eduard Pujol, presentes, escucharon los silbidos de la militancia republicana.