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ETA sigue adelante con sus macabros planes con la colocación ayer de tres bombas en la Costa del Sol. Tres artefactos de escasa potencia con los que, pese a que avisó de la colocación, logró sembrar el caos en la provincia de Málaga, llena de turistas en estos días en que la capital malacitana celebra sus fiestas.

Un comunicante anónimo alertó de que las bombas iban a estallar entre las 11.00 y las 15.00 horas, precisamente cuando la costa está más repleta. A los desplazamientos del fin de semana se unían los del puente de agosto y los de miles de malagueños que, especialmente desde los pueblos del litoral, se encaminaban a la ciudad para disfrutar de la feria. El incidente, lejos de amilanarlos, les dio un nuevo argumento para comentar en las casetas. "No conseguirán distorsionar la paz, la convivencia ni el espíritu de los días de feria", apuntó el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre.

LA UBICACION También la situación de los artefactos estaba bien estudiada. El primero de ellos explosionó sobre la una de la tarde en la playa de Guadalmar, junto a la principal arteria de salida de Málaga hacia el oeste (donde están los principales municipios turísticos: Torremolinos, Benalmádena o Marbella) y la conexión con el aeropuerto. Esto obligó a desalojar a miles de bañistas y a cortar al tráfico la A- 7 y la carretera que enlaza esta con el aeropuerto. Se tuvo que habilitar un carril alternativo para que muchos turistas pudieran tomar sus vuelos.

Las otras dos bombas siguieron el patrón. La última, que no llegó a estallar porque fue desactivada, se encontraba en un puente de la A-7, a escasa distancia de la primera. Y la segunda estaba en los aparcamientos de unas discotecas en Puerto Marina, una zona comercial y de ocio de Benalmádena, de donde fueron desalojadas más de 10.000 personas. Los vecinos, según relataron, permanecieron cinco horas en la calle. La mayoría coincidieron en que no habían pasado miedo gracias a la información policial. "Aunque el susto no te lo quita nadie", explicaba una vecina. En ambos casos, las bombas apenas causaron daños materiales en coches y mobiliario urbano.

El 29 de julio, los etarras intentaron llevar a cabo una acción similar aunque, al sentirse vigilados, desistieron. Según fuentes de la lucha antiterrorista, se sospecha que el artefacto de menos de un kilo de explosivo que estalló ese día en Torremolinos formaba parte de una cadena de atentados. De hecho, un chatarrero encontró una mochila con material para fabricar las bombas, al parecer una entrega de material frustrada.

Por todo ello, la policía baraja que la banda, pese a los golpes que sufrió en julio, posee infraestructura en Andalucía. El jefe del desarticulado complejo Vizcaya relató que planeaban perpetrar la campaña de verano en la Costa del Sol. Lamentablemente, pese a que operaciones de estas características provocan que los pistoleros que han tenido que ver con el comando se replieguen, ETA ha logrado su objetivo. Los investigadores piensan por tanto que la banda dispone de un comando itinerante --el que actúa en Andalucía-- y al menos otro en Euskadi, autor de los ataques contra el AVE en Orio.

A esto hay que sumar la primera acción del verano con cuatro bombas en la costa cántabra. El complejo Vizcaya ya estaba entonces vigilado, por lo que Interior cree que fue perpetrado por otro grupo, quizá el Donosti .