Los etarras del comando itinerante de ETA Jesús María Etxeberría y Gotzon Aranburu, detenidos el martes en Villalba (Madrid) y San Sebastián, disponían de 130 kilos de explosivos con los que pretendían hacer "una secuencia de explosiones" en distintos centros comerciales de Madrid a última hora de la tarde de Nochevieja, cuando estos establecimientos suelen estar llenos de gente. Así lo reveló ayer el ministro del Interior, Angel Acebes, en una rueda de prensa a su regreso de Melilla, a donde asistió al funeral y sepelio del guardia civil asesinado, Antonio Molina Martín.

Acebes confirmó que los dos etarras habían llegado a Madrid el día 4 después de dejar el coche bomba que estalló en un aparcamiento de Santander. Los terroristas se alojaron en una habitación de un piso compartido, situado en la calle Sierra Valle del distrito de Vallecas.

LOCALIZACION Y REFRIEGA

Los etarras se desplazaron a las cercanías de Villalba a recoger el coche cargado con explosivos que les habían traído desde Francia. El vehículo fue robado en noviembre en Castres, 70 kilómetros al este de Toulouse. Según el ministro, cuando fueron sorprendidos por la patrulla de la Guardia Civil en Villalba, estaban montando las bombas y habían distribuido el explosivo en varios --probablemente tres-- artefactos, el mayor de ellos con 90 kilos, con el objetivo de atentar en centros comerciales en Nochevieja.

Los etarras fueron sorprendidos en el interior del coche en una calle de Villalba. Su gesto de taparse la cara movió a la patrulla de la Guardia Civil a dar la vuelta a la manzana y regresar a identificarles. Les siguieron por las calles de la localidad y cuando salían a la vía de incorporación a la A-6, les hicieron señales luminosas para que se detuvieran. Lo hicieron y cuando los guardias aparcaron delante y bajaron del coche, los terroristas les dispararon matando al guardia Molina.

La intervención de un guardia que circulaba en ese momento con su mujer y se acercó a ayudar evitó la huida del herido Aranburu. Su compañero Etxeberría robó un coche a punta de pistola que abandonó en Valladolid, donde cogió un taxi hasta Burgos, y de allí viajó en tren hasta Vitoria y en otro taxi a San Sebastián, donde la policía le detuvo.

Por otra parte, un portavoz de la familia del guardia asesinado Antonio Molina criticó ayer a la justicia porque los dos etarras que lo tirotearon fueron excarcelados antes de cumplir íntegramente sus condenas.

Francisco Molina, tío del agente, declaró en Melilla que a la familia le gustaría discutir sobre la rehabilitación con la juez que dictaminó la libertad del etarra Jesús María Etxeberria, condenado a 36 años en 1987. En virtud del artículo 70 del Código Penal, la condena efectiva quedó en 18 años, de los que sólo cumplió 13 por redención de pena.

Las escenas de indignación y dolor se sucedieron ayer a la puerta de la iglesia de Villalba (Madrid), a la salida del féretro de Molina, de 27 años y soltero. El guardia fue enterrado en Melilla.