El discurso de investidura no da la medida del candidato, que se reserva para contestar a la oposición. Ayer no fue excepción. La intervención inicial fue correcta. Abordó la desaceleración y reivindicó la política económica responsable: política fiscal cauta, mejora productiva, con más gasto en investigación e innovación, y diálogo social con empresarios y sindicatos. También detalló medidas coyunturales como los 400 euros, el avance en el retorno del IVA a empresarios, el adelanto en la obra pública para luchar contra la crisis de la construcción... Y fue optimista. La desaceleración será corta (hasta el 2010) y no obligará --gracias al superávit presupuestario-- a recortes sociales. Podrá seguir así la ruta socialdemócrata, incluido el cuarto pilar del Estado del bienestar. La socialdemocracia es buena si no rompe la prudencia fiscal. Y ahí estaba el rostro atento de Solbes para garantizarlo.

Y ZP también aprobó --aunque estuvo reservón-- en el gran tema de la inmigración y en la apuesta por el Estado autonómico. Y subrayó la nueva financiación autonómica, punto clave este año del despliegue del Estatuto catalán. Su insistencia en la España a la que aspira es normal. Pero menos normal es que (¿miedo al PP?) no repitiera, ni una sola vez, el concepto de España plural, que le ha dado una gran cosecha de votos en Cataluña y en Euskadi. Ser timorato ante el PP no es el método para ganar la batalla de las ideas.

Zapatero mejoró al hablar de terrorismo y de los pactos de Estado. Y fue brillante al afirmar que el mayor pacto de Estado fue la Constitución. La gran riqueza del pacto constitucional fue no haber quedado limitado a los dos grandes partidos de entonces y haberse ampliado a nacionalistas y comunistas.

Pero Zapatero tuvo errores de criterio. Como el tobogán que le desliza de la socialdemocracia al progresismo universal vaporoso. Y cuando el mazazo de la violencia machista muestra el error de usar las leyes como jaculatorias, es extraño proponer una "ley integral de igualdad de trato". Y hay asuntos en los que Zapatero debe concretar. Como el agua. Su política --las desalinizadoras-- es correcta. Pero hay que tener cintura para resolver problemas puntuales, como la sequía de Barcelona. La corrección está bien. Falta proyecto que toque de pies en el suelo.