Floriano luce un perfil serio, metódico, responsable. Le duele Extremadura. Sabe escuchar y, con su verbo, difícilmente incurre en una salida de tono. Dosifica la mala leche. Podría ser el Zapatero que busca el PP en Extremadura. Pero le falta equipo, algún proyecto de futuro más allá de los amparados por el Gobierno central y, sobre todo, adolece del carisma de los grandes líderes. Mas, ¿qué es el carisma? Ibarra, Aznar y Zapatero empezaron no teniéndolo y hoy en día es un atributo que nadie les discute. El carisma nace, crece, se reproduce y muere en un político, y la televisión tiene buena culpa de ello. Un líder puede hacerse y la pregunta es qué grado de maceración necesita Floriano para alcanzar este estatus. Doblegar a Ibarra se torna imposible. Pero, ¿y en un 2007 sin el dirigente socialista en liza? Todos sabemos que el Mundial de Portillo es el del 2006. ¿O no?