La localidad valenciana de Zarra, vecina de la central nuclear de Cofrentes, es la más firme candidata a albergar el cementerio donde se guardarán los residuos nucleares españoles. El Gobierno saliente estuvo por segunda vez a punto de adjudicárselo el pasado verano con el visto bueno del PP y solo el relevo en la presidencia de la Generalitat valenciana y el adelanto electoral lo evitaron, según fuentes conocedoras de la negociación. Por si esto fuera poco, durante el traspaso de poderes, el gabinete cesante no ha podido ser más tajante al respecto: el silo debe ir a Zarra.

Ascó apenas tiene ya posibilidades. Solo una rectificación clara del president, Artur Mas, aunque fuera lejos de los focos, podría volver a situar la localidad catalana en la carrera por un equipamiento controvertido pero acompañado de una suculenta inversión, nada desdeñable en tiempos de crisis. Y debería ser rápida porque los 60.000 euros que España paga cada día a Francia por guardar los residuos de Vandellós empujan al Ejecutivo de Mariano Rajoy a acelerar la decisión.