No es habitual que una portavoz gubernamental enmiende la plana al presidente, pero ayer Teresa Fernández de la Vega tuvo que hacerlo. Si José Luis Rodríguez Zapatero dijo el pasado miércoles que antes de hablar con ETA el Ejecutivo deberá contrastar su "voluntad" de abandonar las armas, ayer la vicepresidenta, después de condenar el último atentado etarra, precisó las condiciones del Gobierno: "Debe tener la seguridad contrastada, convencida y vista de que hay un abandono definitivo de la violencia, no sólo la voluntad".

El atentado de ETA en Zaragoza le sirvió al Ejecutivo para perseverar en su empeño de enfriar las esperanzas de paz. Fiel al guión, De la Vega condenó ayer esta acción terrorista y aseguró que "la única respuesta al terrorismo" es mantener la política actual: "máxima alerta", eficacia policial, cooperación internacional y "unidad de todas las fuerzas políticas". Los partidos democráticos se sumaron a esta condena.

Después de que el Congreso ratificara bajo qué condiciones se podrá negociar con ETA, la polémica suscitada, la continuidad de los atentados y la multitudinaria manifestación organizada por la Asociación Víctimas del Terrorismo han llevado al Ejecutivo a rebajar las expectativas de un proceso de paz. Por eso De la Vega aseguró ayer que la política antiterrorista no ha cambiado y que el objetivo del Gobierno es "acabar con ETA".

El líder del PP Mariano Rajoy aprovechó el atentado para recordar que el Gobierno debe combatir a ETA, "ni hablar ni invitarla a nada".