En pleno debate entre el PSOE y el PP sobre los métodos para agilizar la Administración --los socialistas abogan por la cooperación entre comunidades y los conservadores por poner freno al desarrollo autonómico--, Felipe González propuso ayer una receta distinta: recortar el número de funcionarios. El expresidente del Gobierno, que pasa por una época prolija en declaraciones, también insistió en que la supresión de las diputaciones era algo "necesario" y aconsejó al actual jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, que no retrase en exceso el anuncio de si se presentará o no a las elecciones generales del 2012.

"Tenemos que ir reduciendo funcionarios. Pero no por despido, como ha hecho el primer ministro británico, David Cameron, sino por achicamiento de la Administración. Hay que revisar la supervivencia de las diputaciones, que perfectamente pueden ser sustituidas por delegaciones autonómicas en cada ámbito provincial. Hay muchas cosas absolutamente innecesarias", dijo en la cadena SER González, para quien el modelo autonómico debe sobrevivir porque ha permitido que la riqueza de España haya crecido en 30 años "igual que había crecido en 300".

Poco después, dos compañeros de filas del exmandatario se distanciaron de él. Por un lado, el presidente de la Diputación de Barcelona, el socialista Antoni Fogué, acusó a González de oportunismo y de ignorar el verdadero papel de instituciones como la que él dirige. "La crisis está siendo utilizada con un cierto oportunismo" para poner en duda el papel de las administraciones provinciales, dijo Fogué en la televisión catalana TV3. Desde Sevilla, la secretaria de organización del PSOE de Andalucía, Susana Díaz, se refirió a la propuesta de reducción de la clase funcionarial para decir: "Es una posición respetable con la que en este momento yo no coincido".

"Yo intenté irme varias veces y no lo conseguí", recordó el expresidente durante la entrevista, en referencia al "lío" que se produjo cuando anunció, en 1989, que no pensaba presentarse a las siguientes. Ahora es distinto: Zapatero no ha dicho si piensa encabezar o no las listas socialistas en el 2012, pese a que en sus filas cada vez se da más por sentado que cederá el testigo al vicepresidente primero del Gobierno Alfredo Pérez Rubalcaba.