La jornada de huelga en Euskadi, convocada por la izquierda aberzale en protesta por la muerte de dos etarras en prisión, tuvo ayer un preámbulo y un epílogo no esperados. Si a primera hora de la mañana era ETA la que se convertía en protagonista anunciando que había colocado cuatro bombas, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska acusaba por la tarde al líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, y a otros dirigentes aberzales de tener responsabilidades en los incidentes que se produjeron ayer en la jornada de protesta.

La irrupción violenta de la banda, por un lado, y el escaso eco de las protestas por la muerte de los presos Igor Angulo y Roberto Sainz la pasada semana en las cárceles de Cuenca y Aranjuez, por el otro, llevaron al Gobierno vasco a calificar de "fracaso" la movilización radical.

Grande-Marlaska imputó a Otegi y a los dirigentes de la fuerza ilegalizada Pernando Barrena, Juan María Olano y Juan José Petrikorena, al secretario del sindicato LAB, Rafael Díez de Usabiaga, y a la letrada Arantza Zulueta por ser los inductores de los altercados causados por la huelga general. Además, el juez anunció que va a revisar si Arnaldo Otegi debe seguir en libertad bajo fianza o ir a prisión por reiteración delictiva.

LOS MOTIVOS La jornada de lucha no había sido avalada, según el juez, "por un partido legalmente constituido y como tal residente de un interés social constitucionalmente reconocido". También indicó que el lema de la convocatoria, auspiciado por LAB, Dispersión asesina , "no encaja con los principios" que marcan la actividad de un sindicato.

Asimismo, el juez recordó que el 16 de enero prorrogó la suspensión de las actividades de Batasuna durante dos años. A pesar de ello, Otegi y Barrena convocaron la huelga general. El líder de Batasuna salió de la cárcel en mayo tras pagar una fianza de 400.000 euros después de ser procesado por integración en ETA. Esa situación puede cambiar si el juez decide que existe reiteración delictiva.

Aún no había amanecido cuando la Asociación de Ayuda en Carretera de Guipúzcoa recibió la llamada de una mujer que en nombre de ETA anunció la colocación de cuatro artefactos. Precisó en euskera los puntos de Burgos, Cantabria, Navarra y Aragón donde se encontraban y dijo que explotarían entre las siete y las nueve de la mañana.

El primer estallido se produjo en Ontón (Cantabria) bajo un puente de la autovía que une Bilbao con Santander. El segundo tuvo lugar cerca de Viana (Navarra), en un camino de la ruta jacobea. La potencia fue escasa en ambos y los daños, mínimos.

La bomba anunciada en la A-1, cerca de Miranda de Ebro (Burgos), resultó ser un saco de sal con el anagrama de ETA en el exterior, y la que ETA dijo que estaba situada entre las localidades zaragozanas de Gallur y Mallen no pudo ser localizada.

Mientras todos los partidos denigraban la actuación de ETA, que causó trastornos a muchos usuarios de las vías afectadas, ninguna de las organizaciones convocantes de la huelga opinó sobre el protagonismo etarra.

El seguimiento de la huelga fue escaso. Salvo contadas excepciones, las grandes empresas no pararon su actividad. Las compañías de transporte mantuvieron los servicios, con ligeros retrasos en alguno casos. La mayoría de los comercios abrieron las puertas en los grandes municipios aunque en San Sebastián, Tolosa y Durango la acción de los piquetes resultó efectiva.

El Gobierno vasco apuntó que el paro en la enseñanza pública fue del 3%, y del 0,5% en sanidad. Sólo el 1% del resto de funcionarios se sumó a la huelga.