Euskadi está hoy "mejor" que hace un año, el debate político es "más sosegado" y el cambio de Gobierno no ha causado las "grandes catástrofes" que algunos auguraban. Ese es, en síntesis, el balance que Patxi López hizo ayer de su primer año como lendakari, 365 días desde que el Parlamento vasco, con los votos del PSE y del PP, lo puso al frente del Ejecutivo autonómico cerrando así una etapa de 30 años de gabinetes del PNV.

López hizo la complaciente recapitulación arropado por todo su ejecutivo y con unos alentadores datos económicos en la mano. Porque poco antes de la comparecencia en el palacio de Artaza de Leioa (Vizcaya), el Instituto Vasco de Estadística confirmó el crecimiento de la producción industrial por primera vez en 22 meses, lo que, unido a mejoría de las cifras del paro, llevaron al lendakari a hablar de un cambio de tendencia. "La sociedad está en mejores condiciones para hacer frente a la crisis. Nos hallamos ante la confirmación del cambio de ciclo", dijo.

SIN ENFRENTAMIENTOS Además, admitió sentirse satisfecho por otros dos motivos: porque los españoles están "más cerca de ver el final del terrorismo" y porque ha dejado atrás el "enfrentamiento constante y el conflicto permanente" que dominaron los gobiernos presididos por el peneuvista Juan José Ibarretxe.

Tras esta andanada contra el anterior Ejecutivo vasco, el lendakari evitó ahondar en la brecha con los nacionalistas, que en su opinión se dedican con fervor a denostar a su Gabinete por falta de iniciativa y de programa. Es más, quiso dar por seguro que su equipo logrará "un acuerdo" con los seguidores de Iñigo Urkullu sobre el plan de educación para la paz que ha enfrentado a los dos partidos estas semanas. Dispuesto a no enfadar a nadie y menos a su socio preferente, también rehuyó cualquier crítica contra el secretario general de los conservadores, Iñaki Oyarabal, quien ayer mismo apuntó que al PSE le da "miedo" cambiar las cosas y que lo que hace es por "impulso" del PP.

Asimismo, el lendakari dejó claro que su táctica no pasa por alimentar las tensiones con el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, pese a que este año el autogobierno no ha avanzado y sigue pendiente un traspaso "clave", el de las políticas activas de empleo. "No quiero generar frustración", advirtió, para añadir que no renunciará "ni un milímetro" en todo lo que le corresponda a Euskadi.

López se felicitó especialmente de que los "espacios de impunidad" de la violencia hayan terminado, pero pidió un "esfuerzo final" para acabar con ETA "sin fisuras". Y a modo de homenaje mencionó por su nombre a las cuatro personas asesinadas por la banda durante su mandato.