Empieza la era Mas. Cataluña deja atrás la alianza de las izquierdas y abre otra etapa que, por voluntad del nuevo presidente de la Generalitat y porque la aritmética no le deja otra alternativa, deberá estar marcada por la disposición al diálogo. Siete años después de que lo intentase por primera vez, Artur Mas, cumplió el jueves su sueño de convertirse en el primer "servidor" de Cataluña. Con la honestidad y la lealtad, subrayó, de un político "enamorado" del país.

El líder de CiU fue investido gracias a los 62 votos de sus diputados pero, sobre todo, gracias a la abstención de los 28 integrantes del grupo socialista. El resto --PP, Iniciativa, Esquerra, Solidaritat y Ciutadans-- votaron en contra. En total, 45 votos.

El 129º president sabe, y por si acaso el socialista Joaquim Nadal se encargó de recordárselo, que durante toda la legislatura tendrá que ganarse los seis votos que le faltan para la mayoría absoluta. Aunque, hábilmente, el presidente electo (hasta que el lunes tome posesión formal), pidió a los seis grupos de la oposición que le ayuden a sacar al país de la crisis. ¿Quien puede negarse a arrimar el hombro?

"El presidente de la Generalitat y su Govern no lo tendrán nada fácil. Intentaremos hacerlo tan bien como podamos, pero hago un llamamiento a todos ustedes para que nos ayuden a reflotar el país", reclamó.

Incluso con aquellos como Iniciativa, que en materia económica pueden situarse en las antípodas de CiU, tuvo una actitud conciliadora. En el otro extremo, el PP --la alternativa que tenía CiU si los socialistas le hubiesen fallado-- no escondía su malestar por haberse convertido en segundo plato, aunque reconozca que les permite reforzar su perfil. "Usted podía haber escogido, y no lo ha hecho", le espetó Alicia Sánchez-Camacho. De todas formas, seguro que no es una situación que les perjudique demasiado a ninguno de ellos.

Mientras, ERC adoptó una postura a medio camino entre el combate y la conciliación.

Mas remarcó su intención de mantener la mano tendida a todos los grupos, sin "exclusividades", pero dedicó buena parte de su intervención inicial a expresar su agradecimiento a la "actitud positiva" del PSC.

Los socialistas catalanes se esforzaron en remarcar que su abstención no debe entenderse como una aproximación a CiU ni un primer paso hacia la sociovergencia. Nadal, en una intervención que incluso molestó a algunos invitados de CiU, resumió así su estrategia:"No nos mueve hacerle un favor a usted, nos mueve el interés general".

BUENA NOTICIA PARA MADRID En Madrid, la alianza sociovergente fue recibida como una buena noticia para el PSOE porque, como aseguró el vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, les puede "facilitar" las relaciones con CiU en el Congreso de los Diputados. Lo que no dijo, oficialmente por la premura de la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, es que el Ejecutivo aprobó el jueves recurrir ante el Tribunal Constitucional la ley de consultas que aprobó el tripartito.